Verde es Vida nº 87

48 verde es vida DE NINFA A TORRECCHIA VECCHIA Ninfa ha servido de inspiración para otro jardín entre ruinas medievales en Cisterna di Latina, más reciente pero ya célebre: Torrecchia Vecchia. A inicios de los años 90, el editor Carlo Caracciolo y su mujer, Violante Visconti, llamaron a Lauro Marchetti, director de Ninfa, para supervisar la consolida- ción de los restos del pueblo amurallado en lo alto de una colina y el castillo de la propiedad, librarlos de zarzas y malezas, construir el sistema de irrigación y empezar a plantar el jardín. Ella quería rosales sobre los muros de piedra y una suave paleta de blancos y verdes frescos. En 1995, en un Chelsea Flower Show, conocería a Dan Pearson, a quien fichó para darle el impulso definitivo al pro- yecto. El paisajista inglés logró allí un hito en su carrera: “El cliente quería un jardín muy informal, que se percibiera como parte de la naturaleza, del bosque salvaje que lo rodea”, cuenta en la entrevista publicada en Verde es Vida nº86. Plantó borduras naturalistas con arbustos mediterráneos y vivaces y enredó rosas y glicinas blancas en las ruinas, los viejos árboles y nuevas pérgolas, creó espejos de agua y extensiones de hierba brillante. Tras la muerte de Violante, en 2000, incorporó colores más cá- lidos en algunas zonas a pedido de Carlo. Hoy trabaja con los herederos en una ampliación del jardín. GRANDES JARDINES traordinaria cultura, editora y mecenas de lite- ratos, y su hija Lelia, pintora, junto a su incon- dicional marido, el aristócrata inglés Hubert Howard, quienes convertirían Ninfa en lo que es hoy. Roffredo, compositor musical, crearía la música del jardín trazando un entramado de cursos de agua con pequeños saltos y cascadas mediante canalizaciones desde el lago. Mar- guerite y Lelia se ocuparían personalmente de dar forma a los distintos ambientes mediante una sofisticada selección de plantas. Este refinado gusto botánico tiene uno de sus momentos más reveladores en primavera, cuando en Ninfa explotan las copas floridas de cerca de cuarenta clases distintas de cere- zos ornamentales, unas diez de manzanos de flor, unas quince de Cornus, unas diecisiete de magnolios caducifolios... escogidos por Mar- guerite, entre las ramas teñidas de magenta del Cercis siliquastrum, los verdes tiernos del follaje de estreno de los abedules y los cobrizos de una notable colección de arces japoneses. No faltan en el jardín las arquitectónicas siluetas oscuras de los cipreses, alineados por Gelasio para trazar uno de los ejes vertebrado- res. Su rotundidad, tanto como la aspereza de las ruinas, es dulcificada por los rosales trepa- dores ‘Madame Alfred Carrière’, ‘Claire Matin’, ‘Blairii nº2’, ‘Fortune’s Double Yellow’, la tem- pranera Rosa banksiae... muchos plantados ya hacia finales del siglo XIX por la duquesa Ada. El excepcional conjunto de rosales de toda cla- se de Ninfa se acerca a las 200 especies y culti- vares. Daphnes de perfumadas flores blancas y rosadas, pieris, ceanotos, lilos, camelias, deutzias y jaras se unen al cortejo. Junto a las riberas del río y los manantia- les, gigantescas hojas de Gunnera manicata y lirios de flores amarillas , violetas, azules, blancas... Las prímulas, los pensamientos y los eléboros de Cuaresma asoman en la roca- lla de Il Colletto, creación de Lelia Caetani, en las proximidades de la iglesia de San Biagio. Una sucesión de floraciones A medida que avanzan los meses toman el relevo en la sucesión de floraciones una trein- tena de clemátides distintas, mirtos, jazmines, las veraniegas budleias, Hibiscus syriacus, hi- péricos, peonías, potentillas, weigelas, abu- tilones... Cuando llega el otoño es el tiempo de las bayas de los cotoneaster y viburnos, piracantas y mahonias, de los escaramujos de los rosales y los pequeños frutos de los man- zanos ornamentales, en un paisaje donde las caducifolias, en especial los numerosos arces y prunos, y las varas rojas de los cornejos arbus- tivos tienen su momento estelar. El jardín es capaz de maravillar incluso en invierno. ▷ FOTOS: ALESSANDRO FIORI