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Entrevista con Sue Stuart-Smith, autora de ‘La mente bien ajardinada’

La mente bien ajardinada se publicó en plena pandemia, cuando disponer de un jardín o de un balcón con plantas revelaba para unos, confirmaba para otros, los infinitos beneficios que proporciona su cultivo. Psiquiatra y psicoterapeuta a la vez que experimentada jardinera, nadie mejor que Sue Stuart-Smith para exponer el extraordinario poder terapéutico de la jardinería y la horticultura en las personas y la sociedad, sobre todo en las circunstancias más difíciles.

Sue Stuart-Smith en un prado de su casa de Hertfordshire, rodeada de narcisos naturalizados en flor. Recuperar el entorno ha sido parte de su labor. Foto: Russell Sach

Entrevista_ Ignacio Ribera, paisajista, y Elita Acosta, directora editorial de Verde es Vida

En su libro, Sue Stuart-Smith expone con talento narrativo y extensa documentación científica lo enriquecedor que resulta para el cuerpo y el alma la actividad jardinera y el contacto con la naturaleza. Ella misma lo ha experimentado personalmente en los largos años que lleva cultivando su jardín y su huerto, pero también con sus pacientes como psiquiatra-psicoterapeuta. Es un poder sanador que desborda el plano personal para ofrecer respuestas también en el colectivo —ahí están para demostrarlo los huertos comunitarios y las green guerrillas— y que apunta en última instancia a restaurar la relación perdida con la naturaleza. “La horticultura es, desde luego, una práctica optimista por definición, además de un acto reparador, pero además, y muy especialmente en el mundo actual, puede ser también un desafío”, escribe.


En su libro, tan rico en casos cotidianos, el jardín se muestra como lugar de sanación. Usted se refiere a la jardinería como una forma de medicina espacio-temporal.

Esa frase se me ocurrió. Me pareció que la primera forma en que un jardín puede ayudar a alguien es a través de la sensación de recinto seguro que se experimenta en él. Esta sensación de santuario apareció con mucha fuerza en muchas entrevistas cuando trabajaba en proyectos de salud mental. Es una sensación de seguridad primordial para las personas que se están recuperando de un trauma, por ejemplo. Así, alguien que padece un trastorno de estrés postraumático se siente casi arropado por el jardín: es un lugar seguro y tranquilizador, donde no se siente atrapado ni demasiado encerrado.

“La horticultura es un acto optimista y reparador”
En cuanto al tiempo, en La mente bien ajardinada dedico un capítulo entero a las numerosas y diferentes formas y niveles en que los jardines nos involucran en otras experiencias del tiempo. En nuestra vida cotidiana vivimos gran parte del día según el reloj, en el tiempo lineal. El jardín nos introduce en el tiempo cíclico: el ciclo de la vida y las estaciones. El tiempo estacional es más indulgente; el lineal, en cambio, nos exige mucho. Con la circularidad de la naturaleza puede que este verano no crezca algo que plantaste en primavera, pero puedes volver a intentarlo el año que viene. Esto brinda la sensación de que tienes una segunda oportunidad. Debido a la estacionalidad y a que los jardines contienen muchos tipos diferentes de plantas, a menudo experimentas que algo prosperará, aunque otro no lo haga.


El jardín nos introduce en el tiempo cíclico y a la vez requiere que pensemos a futuro.

Sí, también es muy importante la visión a futuro intrínseca a la jardinería, en la que planificas y te anticipas constantemente. La jardinería puede brindar a la gente una forma muy sencilla de empezar a pensar en el futuro de una manera más positiva. Esto resulta especialmente útil cuando las personas están sufriendo una depresión y el futuro puede parecer desesperanzador. Lo vimos con la pandemia, cuando los jardines proporcionaban uno de los pocos ámbitos de la vida en los que se podían hacer algunos planes en la primavera de 2020 y mirar hacia adelante, ya fueran las flores que se cultivaban o los alimentos que se iban a cosechar. Desviar nuestra mente hacia algo que podemos planificar y lo que ello conlleva, apareja un sentimiento de propósito y motivación. Además, no se puede procrastinar en el jardín. A mí me resulta muy útil porque a menudo tengo muchas cosas que hacer, y de repente me doy cuenta de que sería demasiado tarde si no salgo y las hago. Hay ventanas de oportunidad en el jardín y tienes que trabajar dentro del marco temporal estacional. Pero también hay mucha gratificación postergada. Vivimos en un mundo en el que demasiadas cosas están disponibles de forma instantánea o en 24 horas. La jardinería es el equilibrio perfecto ante ello: proporciona otra forma de experimentar la vida y nos aterriza. Pero, por supuesto, también nos enseña a tener paciencia: no puedes meterles prisa a las plantas, van a crecer a su ritmo.


Usted sostiene que la relación con lo real y la tranquilidad que se consiguen al unísono son excepcionalmente significativas en la jardinería. ¿Qué ofrece la jardinería que no proporcionen la meditación, un largo paseo con el perro, el senderismo o aficiones como la cerámica o la pintura?

Todas tienen cosas en común con la jardinería. Sin embargo, creo que la jardinería habla de muchas otras áreas de nuestra vida y en varios aspectos; para algunas personas incluso tiene un componente espiritual. Siento que más que una actividad, la jardinería es una relación: con el lugar con el que creas un vínculo, el lugar que cuidas y donde te apegas a las plantas y los árboles, pero también es una forma de relación con una red de vida más extensa, porque no somos los únicos habitantes del jardín, hay muchos otros. En esta época de crisis de la biodiversidad, creo que se puede ejercer la jardinería de una forma que ayude a la naturaleza a recuperarse un poco, a mantener la vida silvestre. Además, la veo como una forma muy accesible para que la gente sea creativa. Si piensas en lo básico de la jardinería, cultivar unas calabazas o unas simples flores anuales, cosas sencillas, se puede hacer muy fácilmente con un poco de cuidados primarios: riego, sol y poco más. Y se obtiene una gran recompensa al final, que es una de las formas más eficaces de generar autoestima en las personas.


En uno de los capítulos expone un concepto fascinante, la ‘generatividad’, relacionando la jardinería con una forma creativa de vivir lo que usted denomina ‘la última estación de la vida’. ¿Qué aporta esta actividad a las personas mayores?

El jardín es un lugar donde alguien que esté en el crepúsculo de su vida puede seguir sintiéndose muy conectado a la vida. Y por la jardinería misma, quizás estés cerca del final de tu vida, pero estás trabajando de una forma que se proyecta hacia adelante. La jardinería te da una ventana de tiempo donde puedes seguir trabajando. Por lo tanto, considero que tiene un efecto enormemente positivo y puede dar a la gente un sentido continuo de propósito, motivación y algo de qué ocuparse, algo que cuidar y que les necesita, que necesita que estén ahí.


Aparte de todos los beneficios que brinda la jardinería en el plano personal, es emocionante lo que cuenta sobre la influencia extraordinariamente positiva de los huertos urbanos desde una perspectiva social.

Los huertos y jardines comunitarios proporcionan el tipo de espacio donde las personas pueden compartir un propósito, una motivación común, y pueden sentirse más capaces de conectar. Se dice que la jardinería es un puente social. Lo importante es destacar el papel que los jardines y huertos comunitarios pueden desempeñar en la conexión humana y la unión de la gente, incluso una comunidad que, de otro modo, no tendría ninguna oportunidad de reunirse. Además, creo que cultivar tus propios alimentos es, como dicen algunos, un acto de rebeldía. Es un ámbito de la vida en el que puedes ser autosuficiente y sentirte capaz de cuidar de ti mismo y de tu familia. Complementar su alimentación es algo muy empoderador para las personas y las familias. Y, por supuesto, es bueno para el planeta: es una manifestación de que quieres vivir de forma ecológica.


Acabamos de vivir un verano de intenso calor y sequía y grandes incendios, un signo evidente del cambio climático. Ante el sentimiento de impotencia generalizado, lo que se ha dado en llamar eco ansiedad o melancolía medioambiental, usted recurre a Voltaire, que decía “Tenemos que cultivar nuestro jardín”.

La jardinería no puede impedir que se derritan los glaciares, pero puede apoyar en gran medida a otras especies y nutrir nuestros suelos. El suelo rico de los jardines es un excelente hábitat para millones y millones de organismos que necesitamos mantener, junto con los insectos y las aves. Los jardines domésticos son ahora mucho más biodiversos en muchos casos que el campo que los rodea. Hay algo positivo que podemos hacer para fomentar la biodiversidad y eso puede ayudar a la salud mental de la gente ante la sensación de fatalidad respecto al futuro. Y lo que Voltaire quiere decir es que en lugar de vivir en la negación del problema o sucumbir a la desesperación y el pesimismo, cuanto más podamos comprometernos a hacer algo en el mundo real, sea lo que sea, mejor para nosotros y para todos los que nos rodean.


Lleva más de 30 años cultivando su jardín, ¿cuál es la mayor satisfacción que le ha proporcionado?

Ver que otras personas lo disfrutan. La jardinería tiene que ser para compartir. Es algo intrínseco: si creas belleza, la belleza debe estar ahí para ser compartida. Así que, cuando cultivas tu huerto y tienes muchos pepinos y calabacines, es bonito compartirlos. Pienso que esa es la mayor satisfacción.


SUE STUART-SMITH

Antes de estudiar Medicina, Sue Stuart-Smith se había licenciado en Literatura Inglesa en la Universidad de Cambridge. Pero, además, lleva 34 años de actividad jardinera en The Barn, el jardín de su casa, en Hertfordshire, junto a su marido, el prestigioso paisajista Tom Stuart-Smith. La idea de escribir La mente bien ajardinada surgió precisamente a raíz de una invitación del Garden Museum de Londres para participar en 2013 en un festival literario con una charla sobre jardinería para la mente. “Ahí me di cuenta de lo mucho que tenía que decir al respecto, de lo mucho que había estado pensando en ello en silencio durante aproximadamente los últimos 25 años”, revela. “Al escribir esa charla reuní mi vida como psiquiatra-psicoterapeuta, mi comprensión de la mente humana, y mis experiencias en la jardinería aquí en casa”. Invirtió cinco años en escribir el libro, que se publicó en el Reino Unido en 2020 (en España en 2021, por la editorial Debate). En un extremo de The Barn, Sue y Tom pusieron en marcha ese mismo año el centro de participación y educación comunitaria Serge Hill Project, que financian por su cuenta y mediante pequeñas donaciones. En él, vecinos, organizaciones benéficas y colegios pueden experimentar el cultivo de plantas ornamentales y hortalizas. Además, cuenta con una biblioteca de 1.200 plantas distribuidas en una cuadrícula según su hábitat.

Más información en suestuartsmith.com

  • Estímulo para los convalecientes
    Estímulo para los convalecientes

    Jardín creado por el paisajista Cleve West para la ONG Horatio’s Garden en un centro de tratamiento de lesiones de la columna vertebral. Su función es ofrecerles a los pacientes un entorno verde estimulante.
    Foto: Horatio’s Garden

  • El huerto de The Barn
    El huerto de The Barn

    Los primeros pasos de Sue Stuart-Smith en jardinería fueron con la siembra de hierbas aromáticas porque le encanta la cocina. Luego empezaría a cultivar hortalizas.
    Foto: Sue Stuart-Smith

Reportaje completo nº 97 >> página 16