Jardines de altura (1ª parte)
Un ático, una terraza, un balcón pueden convertirse en verdaderos jardines donde experimentar en el día a día toda la belleza y el bienestar que proporcionan las plantas. Estos espacios al aire libre en plena ciudad, por pequeños que sean, permiten intimar con un trocito de naturaleza e incluso convertirse en una placentera habitación verde. Le hemos pedido al paisajista Alfonso Pérez-Ventana que cuente su experiencia diseñando estos jardines en altura.
En Madrid, a pesar de la dureza del clima, también se puede disfrutar de terrazas ajardinadas como esta “gracias a la selección de especies y un mantenimiento razonableâ€, afirma su autor, el paisajista Alfonso Pérez-Ventana. Fotos: A. Pérez-VentanaTexto_ Alfonso Pérez-Ventana, paisajista
Las terrazas y cubiertas ajardinadas plantean retos específicos —e interesantes— para paisajistas y aficionados, sobre todo en la selección de plantas y en su mantenimiento, pero también cumplen todos los requisitos para ser consideradas jardines de pleno derecho.
Por el modo de vida actual de la mayoría de la gente, que se concentra en grandes núcleos urbanos, el acceso a terrazas es mucho más habitual que a jardines convencionales, a ras del suelo. Esta realidad aporta un estímulo extra para el paisajista, que tiene en sus manos la posibilidad de acercar la cultura del jardín y sus infinitos beneficios a la población urbana. Los jardines, también en maceta, nos reconectan con la naturaleza y aproximan la vida silvestre a una ciudad, ahora, más amable.
La jardinería en contenedor sigue los mismos principios que la de suelo, pero enfrenta algunos desafíos adicionales importantes. Estos retos derivan de los singulares condicionantes que afectan a las plantas en maceta. Los más determinantes son el confinamiento del sustrato y las raíces y la mayor exposición a los factores climáticos, no solo por la desprotección que genera la ausencia de terreno, sino también por la altura en la que se deben desarrollar las plantas. Por encima del suelo aumentan progresivamente la radiación solar, las temperaturas (tanto el frío como el calor), la incidencia del viento y la contaminación.
La dependencia de las plantas que crecen en maceta es también mayor y quedan sometidas a sus cuidadores, sobre todo para el riego. El agua es el factor más limitante para la mayoría de las que viven en contenedor. En el suelo pueden profundizar las raíces en busca de humedad, mientras que en un tiesto pronto se toparán con una capa de material inerte.
El diseño y mantenimiento de las terrazas, por tanto, debe tener en cuenta estos condicionantes junto a otros, no menos importantes, como la orientación, las sombras generadas por el edificio, la presencia de techos o la resistencia estructural al peso.
La selección de las plantas
El desarrollo de una planta diseñada por la naturaleza para crecer sobre el suelo no será el mismo en una maceta, pero son muchas las especies adaptadas a estas condiciones que nos regalarán un crecimiento más que óptimo y, muchas veces, sorprendente. La clave está en el conocimiento, la experiencia y la lógica de “la planta adecuada en el lugar adecuado”.
En el entorno mediterráneo —y en las regiones con las que compartimos clima— encontramos opciones muy interesantes. Como ocurre en el jardín convencional, tras décadas de experimentos exóticos, en los últimos años se está volviendo a la vía mediterránea. Las peculiares adaptaciones de estas especies a suelos pobres y condiciones de sequía las convierten la mayoría de las veces en la elección ideal para su cultivo en contenedor.
Entre los árboles de porte adecuado para estos espacios destacan especies tan icónicas en la cultura mediterránea como el ciprés, el olivo, el granado (y su versión ‘Nana’), el laurel, la higuera, el madroño o la mayoría de los cítricos. El grupo de los arbustos y subarbustos preparados para vivir en maceta es quizás el más numeroso, con el lentisco, el mirto, el romero, la lavanda, la santolina, el teucrium, los viburnos o la adelfa, sobre todo la enana, como ejemplos especialmente recomendables. Herbáceas como las euforbias, milenramas, salvias o los geraniums —que no geranios— y el universo de los bulbos, como lirios (Iris) o álliums, son también perfectos para completar la composición.
Más allá de lo estrictamente mediterráneo el espectro se amplía. Los arces japoneses, siempre en una posición que evite vientos fríos y sol abrasador, las hortensias, especialmente resistente la de hoja de roble (Hydrangea quercifolia), las camelias para zonas de semisombra, los pitósporos, evónimos, el laurel cerezo, los agapantos, rosales, o los helechos en zonas húmedas, son también perfectos para el crecimiento en maceta. Las gramíneas reivindican también su espacio en las terrazas, como la hakonechloa, el miscanthus, el anemanthele, que incluso soporta la semisombra, o las populares stipas y festucas.
Por su funcionalidad sobre estructuras típicas de terrazas, como celosías o pérgolas, las trepadoras tienen un papel esencial en esta selección. Destacan por su buen funcionamiento en maceta o jardinera la hiedra, parra virgen, glicina, clemátides y jazmines.
Más información:
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