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El perro y el jardín, ¡tan amigos!

¿Mimar el jardín para que lo destroce el perro? Claro que no. ¿Prohibir a ese miembro especial de la familia que disfrute de las zonas verdes de casa? Tampoco. Por eso el diseño del jardín puede adecuarse para que mascotas y plantas convivan en paz.

Mascotas y plantas ornamentales pueden convivir amistosamente siempre que se tengan en cuenta las necesidades del animal y se le eduque desde pequeño. Copyright: iStock / LICreate

El comportamiento de un perro depende mucho de la raza, edad y educación. Pero si se trata de un animal muy activo, con mucho instinto cazador y sobre todo excavador, dejarlo suelto en el jardín puede ser una mala idea para la salud de las plantas. He aquí algunos consejos generales para conseguir una relación amistosa:

Compartimentar el espacio en jardineras o parterres vallados o elevados, con un circuito de caminos para pasar entre ellos, ayudará a canalizar la energía del perro y reducir sus ganas de excavar.
• Zona especial perruna. Si dispones de un jardín de grandes dimensiones, puedes acotar con vallas una zona específica para el perro que incluya sus juguetes favoritos, elementos dinámicos como plataformas o pasarelas, una piscina de arena para excavar y también una zona de sombra para reposo.

• Jardineras y parterres. Los perros tienden a explorar, asumen encantados el trabajo de vigilante antiintrusos contra cualquier animal que merodee. No es raro entonces que irrumpan en las zonas cultivadas y arruinen las plantas, sobre todo las pequeñas. Compartimentar el espacio en jardineras o parterres vallados o elevados, con caminos conectados en circuito para pasar entre ellos, es una forma de canalizar la energía del animal y minimizar sus ganas de cavar hoyos. Si alguna zona no puede delimitarse, distribuir algunas rocas puntiagudas o varas clavadas entre las plantas evitará que el perro se sienta cómodo entre ellas.

• Caminos. A veces los propios animales marcan sus senderos preferidos a través del jardín; se pueden pavimentar con gravilla de canto rodado, madera, piedra, ladrillo, tierra mezclada con arena… materiales que no dañen sus patas y agraden a la vista. Cualquier perro marcará de inmediato el perímetro alrededor del muro o alambrado exterior porque le llamará la atención todo lo que suceda al otro lado.

• El descanso del guerrero. Conviene delimitar un refugio sombreado para que el can descanse y no busque otros escondrijos entre las plantas. La típica caseta de perro es una opción, por supuesto, aunque servirá cualquier rincón improvisado. Debe sentirse lo más cómodo posible, con algún recipiente con agua abundante, algo de comida y algún objeto al que le tenga mucho apego.

• La zona de aseo. Es importante acostumbrarlo a hacer sus necesidades en una zona fija, con su correspondiente bandeja sanitaria, siempre limpia, como si estuviera dentro de casa. Así no dejará sorpresas entre las plantas o zonas decoloradas en el césped. No siempre es fácil, porque el animal se siente libre en un jardín abierto y tiende a marcar territorio orinando. Si se lo ve hacerlo, se puede neutralizar el orín regando en abundancia lo antes posible.  

• Las plantas prohibidas. Naturalmente, conviene desterrar cualquier planta que resulte tóxica por contacto con la piel o porque el perro pueda mordisquearla o ingerir sus tallos, hojas, flores o frutos. La lista de especies inadecuadas es larga, desde frutas en apariencia inofensivas (peras, manzanas y sobre todo uvas) a hortalizas (patatas, ajos, tomates o brócoli), además de muchísimas plantas de flor: adelfas, amarilis, higuerillas, dedaleras, loterías, trompeteros, lirios, tulipanes, dalias, narcisos, gardenias, crisantemos... Cuando son cachorros, los perros todo lo exploran con la boca, pero más tarde también pueden morder los tallos o frutos carnosos porque sienten sed. La web de la Asociación Norteamericana para la Prevención de la Crueldad contra los Animales ofrece una exhaustiva base de datos sobre plantas y fertilizantes tóxicos, como los que contienen teobromina extraída del cacao (ver).

  • Educarlo desde cachorro
    Educarlo desde cachorro

    El objetivo es que el perro aprenda a disfrutar del jardín pero también a respetar lo que no le está permitido. Es más fácil si el aprendizaje se inicia cuando es cachorro. Por ejemplo no conviene que vea a su dueño excavar la tierra; seguramente pensará que además de divertido está autorizado y acabará por imitarle.
    Es importante también mantenerlo alejado de los parterres y jardineras con plantas delicadas; se le puede enseñar esa norma cerrándole el paso y con noes contundentes mientras se trabaja en ellas. También es fácil enseñarle a no mordisquear hojas o tallos untándolos con alguna sustancia amarga.
    Ten en cuenta, además, que los comportamientos nerviosos o agresivos con el jardín muchas veces suelen deberse a una falta de ejercicio, de atención, o a un exceso de aburrimiento.
    Foto: iStock

Reportaje completo nº 74 >> página 44