Plantas aromáticas: ¡Imagina el perfume!
Las notas aromáticas que desprenden las lavandas, salvias, tomillos, oréganos, nepetas, jaras… aportan a los jardines y terrazas una dimensión olfativa que solo las plantas mediterráneas son capaces de ofrecer. Este tesoro de perfumes que tanto nos deleita es también el que aleja a las plagas y protege a estas especies de los depredadores y del estrés causado por el calor, la sequía y el intenso sol.
Lavandula angustifolia ‘Hidcote’ y ‘Munstead’ y Lavandula x intermedia ‘Grosso’ y ‘Alba’ en la foto izquierda. Thymus serpyllum en la foto derecha. Fotos: Locus AmoenusLos perfumes de las aromáticas son una exquisitez para los humanos y un extraordinario recurso para los jardineros que buscan expandir la dotación olfativa de las plantaciones. Pero para las propias plantas es un arma química de efectos disuasorios ante las plagas y determinados predadores, e incluso un escudo protector ante la sequedad ambiental, el calor y la intensa insolación típicos de sus hábitats nativos.
Esa alquimia de aceites esenciales que nos deleita forman parte de la panoplia de estrategias de adaptación de las especies mediterráneas a las duras condiciones climáticas de sus zonas de origen. “La función básica de la producción de aceite esencial es proteger a las plantas ante los predadores, herbívoros o insectos”, escribe el viverista e investigador de la flora mediterránea Olivier Filippi en El jardín sin riego. Pero, además, apunta a una función alelopática, que “es la de luchar frente a la competencia de las otras especies: debajo de las plantas, los lechos en descomposición de las hojas de la jara o el tomillo, por ejemplo, liberan sustancias que limitan la germinación de especies competidoras”.
Una burbuja protectora
El experto francés señala incluso una tercera función, aún basada en hipótesis, que sugiere que los aceites esenciales podrían ayudar a las plantas a soportar la sequía y los potentes rayos solares creando una burbuja protectora. “La densa red de pelos glandulosos (órganos específicos donde se producen los aceites esenciales) permite retener mejor, en la superficie de las hojas, una fina capa de aire que funciona como barrera frente al aire exterior, limitando así las pérdidas de agua por los estomas”, explica. Al mismo tiempo que se volatilizan los aceites esenciales se produce un efecto refrescante en el entorno inmediato de la planta, que la defiende de las quemaduras que podría provocar un incremento excesivo de la temperatura sobre la superficie de las hojas. “Cuanto más huele la planta, más se protege del calor y el sol”, afirma. “Los aceites esenciales permiten a las aromáticas protegerse dentro de una burbuja climatizada, una pequeña atmósfera particular alrededor de cada planta”.
Seis géneros, seis tesoros aromáticos
Lavandula / Lavandas y cantuesos
Nativas del sur de Europa y Oriente Medio, las numerosas especies del género Lavandula se multiplican en jardines y terrazas en un sinfín de perfumadas variedades y cultivares. En la foto de arriba, a la izquierda, Lavandula angustifolia ‘Hidcote’ y ‘Munstead’ y Lavandula x intermedia ‘Grosso’ y ‘Alba’ en un jardín en Ávila. En los aceites esenciales que las lavandas atesoran en su follaje y sus flores intervienen unos cien componentes fitoquímicos.
Thymus / Tomillos
El aroma de los tomillos, tan reconocible en el que se usa en la cocina (Thymus vulgaris), puede expresar también notas cítricas (Thymus x citriodorus, Thymus serpyllum ‘Lemon Curd’), alcanforadas (Thymus camphora, Thymus nitens), especiadas (Thymus saturejoides), de comino (Thymus herba-barona)... Entre las 220 especies que existen, más sus cuantiosos híbridos naturales y cultivares, figuran tapizantes como el Thymus serpyllum de la foto derecha.
Salvia / Salvias
Un fragante follaje —perenne o caduco, afelpado o rugoso, verde vivo o con tonalidades grisáceas, incluso burdeos— caracteriza a la mayoría de las salvias. Además, este género tan amplio y prolífico (unas 900 especies y sus innumerables híbridos y cultivares) permite disfrutar de flores en primavera, verano, otoño e incluso invierno.
Nepeta / Nepetas
Abundantes espigas de color azul, violeta o lila realzan la larga floración de las nepetas, vivaces de afelpado follaje caduco con aromáticas notas a menta, entre las cuales figura la Nepeta cataria, que excita a los gatos. Las más frecuentes en jardinería son la Nepeta racemosa o Nepeta mussini y sus diversos híbridos y cultivares, entre ellos la Nepeta x faassenii, cuyo cultivar ‘Six Hills Giant’ destaca por su copiosa floración azul lavanda.
Rosmarinus / Romeros
Son muy aromáticas sus pequeñas hojas, ricas en aceites esenciales, pero también sus florecillas, que perfuman la miel de romero. Este arbusto que en 2017 pasó de llamarse Rosmarinus officinalis a Salvia rosmarinus, da juego en los jardines tanto por la precocidad, profusión y color de sus flores como por el porte de las matas: erguidas o cubresuelos en forma de bola (‘Prostratus’ y ‘Boule’) o tapiz (var. repens).
Origanum / Oréganos y mejoranas
Las cualidades de los oréganos van más allá de su interés culinario: estos pequeños subarbustos dotados de rizomas se pueden usar en los jardines como aromáticos cubresuelos. Además, el Origanum vulgare, el orégano común, y su subespecie hirtum, muy olorosa, tienen propiedades alelopáticas que impiden la germinación de espontáneas. Algunos lucen un luminoso follaje verde limón (‘Aureum’) o variegado.