Verde es Vida nº93

verdeesvida 43  S i al salir del museo del Hermitage se camina hacia la izquierda por los muelles del Neva enseguida se llega a Novaya Gollandiya, una isla artificial entre canales construida en el siglo XVIII por Pedro el Grande para la repa- ración de barcos. Abandonada tras la época soviética, hace muy pocos años se reconvirtió en el gran parque público de San Petersburgo y su cara más contemporánea. New Holland Island —su nombre internacional— es un vibrante complejo cultural y de ocio cuya cofundadora (junto con el magnate Roman Abramovich) y directora creativa es Dasha Zhukova, una de las mujeres más influyentes en el mundo del arte contemporáneo. En el corazón de esta isla, un triángulo flanqueado por edificios históricos prote- gidos por la Unesco, se extiende un jardín naturalista de 800 metros cuadrados de di- námico trazado y elaborado diseño de plan- tación. Una pintura abstracta hecha de ma- sas fluidas (drifts) de vivaces y gramíneas, un cuadro en movimiento que cambia con el paso de las horas y el ritmo de las esta- ciones, y los paseantes pueden recorrer tanto como contemplar. “Esta imponente bordura ilustra, por un lado, el interés por desarrollar plantaciones de vivaces en Rusia, y en Euro- pa del Este en general, pero también enseña lo que se puede conseguir en esta latitud y en este clima”, destaca el paisajista y escritor Noel Kingsbury, gran impulsor y divulgador del Movimiento de Nuevas Perennes. Una ola de salvias entre gramíneas Este jardín es obra de Mox, el prestigioso es- tudio ruso de paisajismo que dirige Yury Fo- menko, especializado en el diseño de grandes jardines privados. Ocupa un espacio alargado entre un restaurante, una extensa área verde y una zona de juegos para niños, a los que se- para y conecta mediante una red de senderos. Se plantó en 2018 y ya en el verano siguiente —las fotos de estas páginas son de agosto de 2019—mostraba su brillante potencial. La plantación se basa en el uso de gramí- neas y vivaces de aspecto natural al estilo new perennial, cuyo interés se mantiene tras la flo- ración. Muchas de ellas son habituales en los jardines naturalistas de otras latitudes, pero aquí han de soportar el duro desafío del frío. El diseño del jardín solo se puede contem- plar en su totalidad desde una gran distancia, pero la selección de plantas es suficientemen- te heterogénea para animar los paseos de des- cubrimiento entre los parterres. Por superfi- cie y volumen, la mayor parte está ocupado por gramíneas de 0,50 a dos metros de altura. Las más altas, visibles desde lejos, actúan como puntos focales; las más bajas se sitúan en el centro y a la vera de los senderos. Sus ru- bias melenas ofrecen un bello contraste a las

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