Descripción
La pachira es un árbol oriundo de las zonas pantanosas de los trópicos americanos (México y el norte de Suramérica), que se ha adaptado perfectamente al cultivo en el interior e incluso como bonsái. Sus grandes hojas palmeadas la hacen especialmente atractiva. Plantada en el suelo del jardín crece rápidamente y puede alcanzar los cinco metros de altura.
Hojas
El follaje es persistente. Las hojas son palmeadas y están formadas habitualmente por cinco o seis foliolos ovalados o elípticos (pueden llegar a ser incluso nueve), de unos 30 centímetros de largo; son lustrosos y de color verde brillante. La corteza es lisa, de color marrón tostado y verde en las partes más tiernas. Como planta de interior, la pachira se presenta con los tallos trenzados (ver recuadro).
Flores
Si se cultiva en el exterior florece todo el año. Las flores son grandes y muy perfumadas, aunque efímeras; tienen pétalos blancos finos y un penacho de estambres amarillos con los extremos rojos. Dan lugar a grandes frutos leñosos parecidos al cacao y la castaña (de ahí que se la llame también cacao silvestre o castaña de agua).
Cultivo
Vive mejor en un sustrato neutro o ácido, rico y fresco, pero seco en invierno. Prefiere la semisombra, o la sombra con un poco de sol, pero siempre a resguardo del viento. Se puede cultivar en el exterior en esas condiciones en lugares donde la temperatura no baje de -1º (USDA 10-12), por ejemplo Canarias, Andalucía occidental y la costa mediterránea desde Levante hacia el sur.
Cuidados
La pachira exige una atmósfera húmeda: las pulverizaciones con agua compensarán la sequedad ambiental, que suele provocar la caída de las hojas. En cambio, a pesar de que su hábitat originario son los terrenos pantanosos, en cultivo necesita poca agua: se la debe regar solamente cuando el sustrato se vea seco; el exceso de agua le resulta sumamente perjudicial. Agradece un abonado regular.