Macetones combinados: el arte de mezclar especies
Grande o pequeño, clásico o de diseño, de terracota, metal u otros materiales, un contenedor con la combinación de plantas adecuada puede convertirse en el foco de atención que da vida a un espacio o el elemento decorativo que define una terraza o un patio. El éxito está en saber mezclar.
Guindilla ornamental, pensamientos, cantueso, skimmia, Ophiopogon en flor, además de una pequeña palmera, conviven en este contenedor de cinc. Copyright: Susana VegaSi las macetas y tiestos de la terraza —de tantos tipos, formas, materiales y tamaños como existen hoy— resultan de por sí atractivos, cuando se tratan como una composición, en la que se combinan distintos materiales y plantas para lograr un efecto determinado, se convierten en un elemento decorativo de primer orden en cualquier porche, terraza o entrada. Incluso pueden actuar como el foco de atención que da sentido a un rincón olvidado. O ser los protagonistas absolutos de un patio o un jardín pequeño...
Las claves para crear con éxito un buen macetón combinado son las mismas que rigen cualquier ejercicio de composición:
• Pensar dónde se necesita una pieza así. Si un espacio se llena de elementos singulares solo se logra una gran confusión, en la que al final ninguno tiene importancia.
• Tratar de imaginar qué forma y tamaño deseamos que tenga, y desde qué lugar o lugares se va a ver más habitualmente. Se puede hacer la prueba con cajas o viejos contenedores de plástico para hacerse a la idea de si el tamaño o la ubicación son los correctos y qué forma de contenedor sería la más adecuada. Si el espacio no es grande, las macetas altas y estrechas son una buena opción. También habrá que decidir el estilo y color del tiesto; si queremos que entone con el entorno o, por el contrario, que produzca un fuerte contraste; si preferimos un toque formal, rústico o high tech.
• Decidir cuál es el complemento ideal de plantas u otros elementos para la maceta y el lugar elegidos. En las composiciones de plantas en maceta se suele buscar el equilibrio combinando diversos tamaños, formas diferentes, follajes de colores y texturas variados y floraciones que introduzcan color y variación a lo largo del año.
Solo plantas compatibles
Aun cuando un macetón combinado se diseñe atendiendo a razones estéticas, se deben escoger especies compatibles en cuanto a exigencias. Por eso, antes de utilizarlas conviene que pidas consejo en tu centro de jardinería o investigues las necesidades específicas de cada planta o grupo de plantas: exposición, temperatura, humedad y aptitud para ser cultivadas en maceta. De todos modos, descarta las plantas de raíces muy desarrolladas, como adelfas y ceanothus, árboles de gran volumen y especies muy ávidas de agua.
Mantenimiento y renovación
Respecto al mantenimiento, un macetón combinado exige vigilar el riego —siempre más sensible tratándose de un cultivo en contenedor—, utilizar un sustrato adecuado, realizar un abonado regular con humus de lombriz o fertilizante líquido, y efectuar algo de poda, sobre todo de control.
Cada dos años, aproximadamente, será necesario extraer todos los ejemplares de la maceta, podar las raíces, dividir los cepellones que lo necesiten y sustituir el sustrato. Este será un buen momento, además, para probar cambios o intentar nuevas composiciones; las piezas de este tipo no deberían plantearse nunca como algo definitivo.
Una combinación a tres alturas
Una de las combinaciones más típicas es la de tres alturas, donde una especie domina visualmente y va acompañada por dos o tres de menor entidad. Como especie dominante serviría casi cualquier planta perennifolia adecuada para cultivar en maceta y de porte compacto, ya sea columnar, en abanico, redondeada o de fuste; por poner algunos ejemplos de una lista interminable: boj, durillo, tejo, acebo, tuya, fotinia mini, skimmia, camelia…
Para romper la rotundidad de estas formas se pueden utilizar como especies complementarias algunas rastreras con tendencia a colgar, como las hiedras mini y Euonymus emerald, ambos de hojas variegadas; Convolvulus cneorum, de flores blancas y follaje plateado, y Convolvulus sabatius, de campanillas azules, o vivaces de aspecto vaporoso como Erigeron karvinskianus, Lobularia maritima o Cymbalaria muralis.
En general son buenos los contrastes entre follajes oscuros y claros, variegados o plateados; hojas brillantes y mates; grandes y pequeñas.
Un consejo para no equivocarse: no combinar especies de formas y follajes parecidos. Por ejemplo: si un boj y un mirto están juntos ninguno de los dos resultará vistoso, mientras que cada uno por separado con una lobularia y una hiedra en la base resultará un éxito aunque no sea la más original de las composiciones.
Para acabar de dar un toque de color se puede complementar con alguna flor de temporada como pensamientos, petunias mini o calibrachoas, que se van cambiando según la estación.
Si una caducifolia manda...
Si la especie principal de la composición es una caducifolia, por ejemplo un arce japonés, hoy tan de moda, el conjunto deberá ser bastante grande, ya que necesitará el apoyo de alguna perennifolia más baja para compensar, por ejemplo una Skimmia japonica, de follaje verde muy oscuro, compacta, con frutos rojos en otoño, o un cultivar variegado de Pieris japonica, perennifolia de floración primaveral y follaje de color cambiante a lo largo del año. Este conjunto es ideal para una zona sombreada; necesitará un sustrato ácido y riego constante.
Otra composición con una caducifolia como eje, pero para pleno sol y de baja necesidad de riego, podría tener como protagonista una Lagerstroemia indica, cuya peculiar estructura de ramaje, textura y color del tronco, floración estival y follaje otoñal la hacen muy atractiva todo el año. Como complementarias: Pittosporum tobira ‘Nana’, suficientemente compacta para dar cuerpo a la composición, pero de poca altura y con tendencia a rebosar de la maceta, por lo que no tapará el tronco de la principal, y una variedad baja de artemisia, cuyo follaje de aspecto plumoso y color plateado pone un punto de contraste y matiza la rotundidad de las otras dos.
Para dar altura a una composición no se pueden descartar las trepadoras (hay muchas que viven bien en maceta) sobre una celosía o tutor de un tamaño proporcionado al contenedor. Se pueden combinar con plantas bajas de porte compacto, como cualquier variedad de hebe, y alguna vivaz de tipo rastrero.
Las gramíneas altas, con su aire abstracto, ofrecen también muchas posibilidades, solas o mezcladas con plantas de flores vaporosas como Gaura lindheimeri ‘Whirling butterflies’.
En estos macetones se pueden emplear también piedras, bolos de mármol, gravillas, cañas, bolas de cerámica y en general cualquier objeto decorativo que que quede bien y nos guste.
Ahora bien, quien no se atreva a empezar por una composición compleja lo tiene fácil si utiliza plantas iguales pero con distinto color de hoja o flor. Por ejemplo: varios cóleos diferentes, una colección de salvias, o un grupo de fucsias de distintos tamaños y floraciones. Las distintas y numerosas variedades de Sedum —en distintas alturas y colores de hojas y flores— mezcladas con otras crasas, son otra buena apuesta cuando no se dispone de riego (aunque necesitan cierta protección contra las heladas).
Un huerto ornamental
Y, por último, no hay que olvidar las composiciones temáticas. Por ejemplo, un macetón de hortalizas, hoy que los huertos urbanos están tan en auge. Una tomatera bien entutorada con una colección de lechugas de diferentes colores resulta perfecta en verano. O una colección de aromáticas: lavanda y hierbas culinarias como albahacas verdes y moradas, romero, tomillo, cebollino y perejil.