¡Crea un ‘cottage garden’ con macetas!
Ese estilo cottage garden que enamora con su mezcla de flores de aspecto silvestre y su aire informal también se puede conseguir en una terraza. ¿Por qué no? Se trata de escoger las plantas adecuadas, plantarlas en tiestos individuales o combinados, y colocarlas en batiburrillo. De paso crearás un paraíso para abejas y mariposas.
Los tallos florales de las malvarrosas dominan en este pequeño cottage garden de tiestos. En el centro, una astrantia, un par de pequeñas milenramas y un agastache de espigas violetas. A la derecha, una anémona japonesa. Fotos: Flower Council of Holland¡Cuantas más flores y cuanto más diversas, mejor! Flores de plantas de aspecto silvestre, modestas y resistentes. Este es el espírtu de los cottage gardens, en origen humildes jardines de la campiña inglesa cuya vocación primera era proporcionar néctar a las abejas, imprescindibles polinizadoras de los huertos. Jardines sin estructura, informales, llenos de encanto natural, con plantaciones densas, a menudo en feliz convivencia con hierbas aromáticas, hortalizas y frutales.
Con estas plantas tendrás flores de manera continuada desde el verano hasta bien entrado el otoño. No te olvides de eliminar las que se vayan marchitando para incentivar la refloración. Las cinco son de fácil cultivo y muy resistentes a las plagas y hongos.
El cultivo en contenedores
Es importante que las macetas y jardineras cuenten con agujero de drenaje y una capa de gravilla en el fondo. Se pueden situar a pleno sol o en sombra parcial. Aunque muchas de estas plantas son rústicas (soportan el frío y las heladas) y toleran la sequía, recuerda que en el cultivo en contenedor necesitarán riego regular moderado (sin encharcar). Les puedes aportar abono orgánico (compost, humus de lombriz) en otoño o invierno, y mineral para plantas de flor en primavera.
CINCO PLANTAS PARA EVOCAR EL CAMPO
• Agastache (Agastache foeniculum)
Su abundante follaje desprende un delicioso aroma a anís y menta, al igual que sus espigas florales violetas, formadas por diminutas florecillas labiadas (como las del romero). En el cultivar ‘Alabaster’ las inflorescencias son blancas con matices dorados. Crece rápidamente hasta alcanzar entre 0,60 y un metro de altura. Aunque adora el sol, también vive bien en sombra. Produce muchas semillas.
• Astrantia major
Esta vivaz, habitual en los jardines de Piet Oudolf, produce pequeñas umbelas de una gran belleza: un ramillete de minúsculas flores rodeadas de bracteolas con aspecto de pétalos. Suelen ser blanquecinas o levemente rosadas, aunque los cultivares han expandido la gama tonal.
• Anémonas japonesas (Anemone x hybrida)
A partir de agosto y hasta que acaban vencidas por el frío del otoño, estas anémonas no dejan de emitir delicadas flores blancas o rosa pálido. Pueden ser simples o semidobles y surgen al cabo de largos tallos de 0,5 a 2 metros de altura. Son famosos los híbridos ‘Honorine Jobert’, de copiosa floración blanca, y ‘September Charm’ y ‘Köningin Charlotte’, de flores rosadas semidobles.
• Milenrama (Achillea millefolium)
Destaca por su follaje plumoso y sus gráciles varas florales que acaban en corimbos planos formados por pequeñísimos capítulos. Crece silvestre en buena parte de la Península, por eso tolera bien el calor, el frío y la sequedad ambiental. La especie ha dado pie a variedades de flores rojo oscuro, rosa intenso, magenta, rosa malva... colores que en algunas va cambiando con el paso de los días.
• Malvarrosa o malva real (Alcea rosea)
Sus flores simples, semidobles o dobles, de entre seis y diez centímetros de diámetro y colores de lo más diversos, incluido un rojo oscuro casi negro (‘Nigra’), aparecen formando largas espigas que pueden alcanzar entre 0,50 y dos metros de altura. Es una planta perfecta para aportar verticalidad a las composiciones. Esta vivaz de vida corta (unos cinco años), semilla abundantemente.