Aeóniums de Canarias para los jardines mediterráneos
Por sus rosetas de hojas turgentes en el extremo de largos tallos y su aspecto de arbolito, el Aeonium arboreum disfruta de un lugar privilegiado entre las crasas de uso jardinero. Como única protagonista en grandes macetones y jardineras, combinada con otras suculentas en un juego de tonos y formas, o o en composiciones de suculentas, arbustos y subarbustos en los jardines de la costa mediterránea, esta especie de origen canario no tiene rival. Su éxito ha dado pie a variedades de un espectacular cromatismo, como los aeóniums negros, púrpureos, bitonos y tricolores, que la luz del sol vuelve más intensos.

En algunos aeóniums las rosetas son de un color excepcional en un follaje: un púrpura tan oscuro que por momentos parece negro. Esa singularidad ha convertido a la variedad ‘Zvartkop’* o ‘Schwarzkopf’ en uno de los Aeonium arboreum más conocidos. En otros, como el ‘Atropupureum’ o el ‘Voodoo’, el verde se mezcla con el púrpura. En el ‘Blushing Beauty’*, las hojas son de color verde claro y adquieren matices rojizos en los márgenes. O lucen variegaciones crema sobre verde, como el ‘Sunburst’*, o amarillo limón, verdes y rosas, como el ‘Dream Color’* (o ‘Kiwi’). Cuanto más sol reciben, más profundo el color, y mayor el contraste con el brillante amarillo de los cientos de florecillas reunidas en panículas piramidales que emiten los ejemplares maduros al empezar la primavera.
Los aeóniums son perennifolias cuyas carnosas hojas en forma de cucharilla o espátula se reúnen en rosetas de 15-20 cm de diámetro. En la especie Aeonium arboreum y sus numerosas variedades e híbridos surgen al cabo de tallos grises de aspecto leñoso que alcanzan entre 60 a 150 cm de altura. Componen arbolitos muy ornamentales, ideales como ocupantes únicos en una jardinera, o para combinarlos con plantas de similares exigencias en un parterre, como en el jardín de Juan Masedo de la foto de arriba a la izquierda, donde conviven con el Limoniastrum, el Agave macroacantha, la jara de flor rosada Cistus skanbergii y el lentisco.
Poco riego y escasos cuidados
“Son plantas muy autónomas, no te tienes casi que ocupar de ellas y se riegan poquísimo”, puntualiza el paisajista. Precisamente, su punto débil, ya que no suelen tener problemas de plagas ni hongos, es el exceso de humedad en el suelo. Necesitan un sustrato poroso que garantice un perfecto drenaje, y riegos profundos y espaciados, dejando que la tierra se seque entremedias; en invierno se han de reducir. En el cultivo en maceta conviene aportarles abono para cactus y suculentas.
Su origen canario ofrece pistas sobre su tolerancia al frío —hasta -4º (zonas 9-11)— y al aire del mar. Viven bien al sol y en semisombra, la situación ideal en áreas muy calientes.
No todos los aeóniums son arbustivos
No todos los aeóniums desarrollan largos tallos. En algunas especies, las rosetas surgen prácticamente a ras del suelo, como en el Aeonium glandulosum, o apenas levantan 5 cm, como en el Aeonium tabulaeforme*, de rosetas totalmente planas, formadas por pequeñas hojas superpuestas de color verde azulado claro.
* Cuenta con el Award of Garden Merit (AGM) de la Royal Horticultural Society por sus buenas cualidades jardineras.
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