Bignonias: coros de trompetas (1ª parte)
Los brillantes colores de sus flores —naranja, escarlata, salmón, rosa, amarillo— vibran durante los meses de verano, otoño e incluso invierno en las ramas de estas espectaculares y vigorosas trepadoras que son las bignonias. Sobre un muro o una valla, en una pérgola o gazebo, son capaces de ofrecer belleza y sombra, y atraer con su néctar a las abejas y mariposas. El Mediterráneo les ofrece un hábitat ideal.
Forma de trompeta, textura de seda y tonos albaricoque con venas rosadas: las grandes flores colgantes de la Bignonia grandiflora resultan espectaculares en el jardÃn, pero también en un gran contenedor en la terraza. Copyright: Nemo’Great Uncle.El género Bignonia abarca 499 especies, muchas de las cuales adoptan también los genéricos Campsis, Tecoma, Tecomaria, Pandorea, Podranea, Pyrostegia... al fin y al cabo, todos de la familia Bignonaceae.
Algunas, como las Campsis en general, pueden soportar temperaturas muy frías en invierno, en tanto que las Tecoma y Pandorea solo toleran hasta -7 grados. Precisamente de las temperaturas mínimas que sean capaces de soportar dependerá que el follaje sea persistente, semipersistente o caduco. Las hojas pueden ser simples o compuestas pinnadas; los folíolos suelen ser ovales y acabados en punta, con bordes lisos o aserrados.
Estas trepadoras se reproducen fácilmente por semilla, esqueje o acodo en primavera o verano. Su cultivo, sin embargo, exige ciertas precauciones: las Campsis, en particular, poseen raíces rizomatosas muy proclives a emitir estolones y a expandirse sin límites, a lo que se suma su capacidad de autosiembra y su vigoroso desarrollo vegetativo. Por ello conviene destinarlas a zonas del jardín alejadas de la vivienda o utilizar barreras para las raíces. Las podas fuertes sirven también para mantenerlas a raya. Plantarlas en grandes tiestos permitirá gozar de su belleza y controlar a la vez sus tendencias expansionistas.
Preferencias de cultivo
• Las bignonias prefieren un sustrato con buen drenaje, rico y fresco (tierra ligeramente húmeda), aunque muchas de ellas viven bien en cualquier tipo de terreno.
• Prefieren el pleno sol, pero admiten la sombra parcial y la semisombra luminosa.
• Es mejor si se hallan en un emplazamiento al abrigo del viento.
• Precisan en general riegos regulares profundos, más abundantes en verano. En cualquier caso, no toleran el encharcamiento. Muchas de ellas pueden resistir la sequía y el calor extremo una vez establecidas.
Las vigorosas Campsis
Las bignonias del género Campsis (te contamos sobre las más habituales en la columna de la derecha) cuentan con abundantes raíces adventicias para trepar, pero necesitarán sujeciones al principio, ya que no emiten tallos volubles.
Aunque es habitual verlas sobre las paredes de las viviendas en determinadas regiones (pide asesoramiento en tu centro de jardinería) no es una buena idea por los inconvenientes que podrían producir sus raíces subterráneas y áreas.
Al final del invierno conviene podarlas para controlar su expansión: pueden extenderse sin freno y encaramarse sobre todo lo que encuentran. De paso se retiran las semillas.
La savia de las Campsis es irritante.
Además de las espectaculares Campsis chinensis o Bignonia grandiflora y la Campsis radicans, existen los híbridos y cultivares de Campsis x tagliabuana o Tecoma tagliabuana, especie obtenida del cruce de las dos primeras. Son muy populares, especialmente el ‘Madame Galen’, de flores de color rojo anaranjado y tubo amarillento. Las inflorescencias son panículas terminales y las flores que las componen se abren entre cinco y 6,5 centímetros; son estériles. También pierde las hojas en invierno. Esta campsis suele tardar unos años en florecer. Se puede cultivar en forma de arbolito. Resiste -20º (USDA 6-11). Al cultivar ‘Madame Galen’ se suman el ‘Coccinea’, de flores rojas, y el ‘Indian Summer’, de tonos anaranjados.