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El tajinaste azul de Madeira que enamora al Mediterráneo

Año a año, el Echium candicans, el tajinaste de flores azules nativo de Madeira, va ganando presencia en los jardines de las Baleares y las costas mediterráneas por su bella estructura, su follaje perenne verdeazul y, sobre todo, por su larga y espectacular floración de primavera. Sus panículas, formadas por minúsculas florecillas de tonalidades que van del añil al lavanda y el blanco, apuntan al cielo como gigantescos candelabros, replicando las agujas de los cipreses.

Grandes matas de Echium candicans en flor en un jardín en el interior de Ibiza, diseñado por Miguel Urquijo y Renate Kastner. El color del follaje entona con el paisaje. Fotos: Urquijo-Kastner Estudio de Paisajismo

El llamado ‘orgullo de Madeira’ ha sido adoptado con placer por la jardinería sostenible en las regiones de clima mediterráneo más templado (zonas 9-10). El motivo más evidente, la estampa sin igual de sus matas coronadas en primavera de largas panículas florales de un relajante color azul. Pero, además, el Echium candicans o Echium fastuosum es un subarbusto de buen tamaño y afelpado follaje perenne dispuesto en rosetas.

Este tajinaste permanece en flor unas cinco o seis semanas, pero cuando hay varios en el jardín, entre el primero que florece y el último se consigue una sucesión de flores más larga.
“El primer año ya tienes una planta que puede superar el metro y medio de alto y ancho, y de más de dos metros en la segunda temporada”, dice Miguel Urquijo, que lo ha usado en un jardín en Ibiza (en las fotos). “Se comporta como una planta pionera, que crece rápidamente, desarrolla una raíz superficial e invierte mucha energía en producir flores y semillas”.

Varias semanas de flores

Este tajinaste permanece en flor unas cinco o seis semanas, “pero cuando hay varios en el jardín, entre el primero que florece y el último se consigue una sucesión de flores más larga”, comenta el paisajista. Sus densas panículas de 30 a 60 cm dan la réplica a las oscuras agujas de los cipreses columnares, un efecto buscado en el diseño del jardín. A ese juego se suman sus tonalidades: “Los hay con flores más claras, más violáceas, más rosadas...”. El resto del año luce su silueta redondeada verdeazul entre lentiscos, mirtos, cactáceas, matas de Salvia canariensis y esculturales Yucca rostrata, Agave americana y Agave attenuata, en un entorno de algarrobos, acebuches y sabinas.

Se ha adaptado sin dificultad a los suelos pobres y arcillosos de Ibiza y disfruta a pleno sol del clima isleño, seco y caliente en verano y húmedo en invierno. Su talón de Aquiles: las heladas (soporta hasta -4-50), el exceso de agua en verano y los embates del viento.

Crecer rápido, florecer, semillar...

A diferencia de los tajinastes bienales —el rojo, Echium wildpretii, y el blanco, Echium simplex—, que dedican el primer año a desarrollar una larga roseta de hojas y el segundo a producir una única flor, semillar y morir, el Echium candicans es un subarbusto de base leñosa y tallos herbáceos que crece rápido y florece y semilla a lo largo de 4-5 años. En principio no es una planta de vida larga, pero “si se poda apenas ha pasado la floración para impedir que se dedique a producir semillas se puede conseguir que viva un par de años más”, afirma Miguel Urquijo. Este tajinaste compensa su corta vida semillando copiosamente —a lo cual contribuye la actividad de los polinizadores, que encuentran su néctar irresistible— y resembrándose en todo el jardín, lo que asegura una fácil reposición de plantas, pero también exige escardar las no deseadas.

Otros tajinastes de flores azules muy similares son el Echium webbii, endémico de La Palma, y Echium virescens, endémico de Tenerife, que emite flores azules o rosadas muy pálidas, ambos de follaje muy verde.

Reportaje completo nº 98 >> página 32