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Elogio de los árboles (1ª parte)

Un árbol es fábrica de oxígeno, almacén de carbono, sombrilla imprescindible bajo el radiante sol, hábitat para múltiples seres, fábrica de flores y alimentos y, bien escogido y tratado, una pieza ornamental y funcional determinante en un espacio verde. Recordar sus virtudes ahora que el otoño abre la ventana climática más propicia para su plantación implica a la vez valorar su impacto en el jardín tanto como su idoneidad para el clima, el suelo y las condiciones de espacio, luz y sombra. Una meditada elección asegura el disfrute de todas sus virtudes y, sobre todo, evita futuros problemas.

La gran haya roja del Real Sitio de la Granja de San Ildefonso, Segovia. Foto: Locus Amoenus

Texto_ Elita Acosta, directora editorial de Verde es Vida

Hay muchísimas razones para plantar un árbol, tantas como para valorar y cuidar los que nos rodean, en especial los nativos y autóctonos, que forman el paisaje natural o humanizado en el que nos reconocemos. La lista es larga y vale la pena recordarla:

• Generadores de oxígeno. Cuando realiza la fotosíntesis, el árbol libera una molécula de oxígeno por cada molécula de dióxido de carbono que convierte en glucosa. “Se necesitan seis moléculas de CO2 para producir una molécula de glucosa por fotosíntesis, y se liberan seis moléculas de oxígeno como subproducto”, escribe el zoólogo y educador científico Luis Villazón en BBC Science Focus Magazine. “Una molécula de glucosa contiene seis átomos de carbono, lo que supone una ganancia neta de una molécula de oxígeno por cada átomo de carbono añadido al árbol”.

Al capturar dióxido de carbono de la atmósfera para convertirlo en materia orgánica, los árboles se convierten en depósitos de carbono, tan grandes como el propio ejemplar, una imprescindible actividad para contrarrestar el efecto invernadero.
Aunque el árbol también necesita oxígeno para vivir, el que libera a la atmósfera durante la actividad fotosintética siempre supera lo que consume. Villazón se vale del ejemplo del sycamore tree, el Platanus occidentalis (uno de los progenitores del Platanus x hispanica, el plátano de sombra tan común en la Península), un árbol de 30-40 metros capaz de producir 100 kg de oxígeno al año, para concluir que se necesitarían entre siete y ocho árboles así para proporcionar a un solo humano los 740 kg de oxígeno que consume al año.

• Almacenes de carbono. Al capturar dióxido de carbono de la atmósfera para convertirlo en materia orgánica, los árboles se convierten en depósitos de carbono, tan grandes como el propio ejemplar, una imprescindible actividad en los tiempos que corren para contrarrestar el efecto invernadero. El pino carrasco (Pinus halepensis), tan habitual en las costas mediterráneas, tiene una capacidad de absorción de CO2 fuera de lo común: se calcula que un ejemplar maduro puede llegar a capturar hasta 50 toneladas al año. Los árboles en general suelen captar entre 18 y 30 toneladas.

• Reguladores climáticos. Los árboles contribuyen también a acondicionar el ambiente generando humedad y frescor, además de ejercer de imprescindible sombrilla para que humanos y animales nos refugiemos del intenso sol y el calor de estas latitudes: un árbol de sombra puede reducir la temperatura entre dos y ocho grados bajo la copa. Pero también actúan como paragua y esponja, atenuando la fuerza del agua cuando llueve, lo que ayuda a evitar la erosión y conservar el suelo.

• Filtros de sustancias tóxicas. Las coníferas en especial son capaces de limpiar la atmósfera de gases contaminantes: monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno, de azufre, de nitrógeno y partículas como el cadmio, el níquel y el plomo, enumeran en la web de WWF.

• Pantallas acústicas. Reducen o atenúan el sonido interceptando, desviando o refractando las ondas sonoras con su follaje y ramas.

• Espacios para la biodiversidad. Cumplen un papel esencial en la conservación y fomento de la biodiversidad. Desde las raíces a la copa, funcionan como un edificio de pisos que proporciona cobijo y/o alimento a una extensa serie de seres vivos, desde microorganismos a numerosas clases de vertebrados.

• Fábricas de alimentos. Su producción de frutos sustenta la supervivencia de numerosos animales y nos provee a los humanos de una variedad enorme de frutas y semillas tan alimenticias como de delicioso sabor.

• Plantas ornamentales. Muchas veces, esos frutos, tanto los comestibles como los decorativos, forman parte de la belleza ornamental de los árboles al igual que las flores en su enorme variedad. Pero un árbol es sobre todo estructura y dibujo: una arquitectura natural de ramas y tronco(s) y una copa de tan diversas formas, tamaños, texturas y colores como el propio follaje, tan fascinante en la otoñada de fuego de las caducifolias como en su brotación de primavera, o en la estabilidad cromática de los de hoja perenne.

• Piezas funcionales: Además de lo que un árbol es capaz de aportar al jardín como planta ornamental, son múltiples las funciones que puede desempeñar: punto focal, escala, marco, fondo, límite, pérgola para los humanos o umbráculo para otras plantas, pantalla antirruidos, biombo para ocultar vistas no deseadas o impedir miradas indiscretas...

Elogio de los árboles (2ª parte)

Más información:

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• Árboles multitronco: estructura abierta y acento vertical (Verde es Vida n.83, hemeroteca online)

  • Ornamentales
    Ornamentales

    La Koelreuteria paniculata, como tantos árboles que se utilizan en los jardines, tanto ofrece sombra como belleza ornamental, en su caso de una copa verde frondosa que en verano se cubre de flores amarillo brillante y a continuación de frutos en forma de farolillos (en la foto).
    Foto: Hanako

Reportaje completo nº 100 >> página 30