Hebes: unos tiestos a la verónica
Las verónicas fascinan por igual a mariposas y jardineros. Sus espigas florales espesas y cortas, llenas de néctar, asoman a lo largo del verano y el otoño entre un denso follaje verde brillante que permanece invariable durante todo el año. Este pequeño y elegante arbusto es una planta perfecta para llenar de color las macetas de la terraza.
Las verónicas lucen bien en toda clase de tiestos, desde los muy rústicos como los de la foto, a los de coloridos materiales sintéticos. Fotos: Flower Council of HollandLa verónica es un pequeño arbusto lleno de cualidades: tiene un brillante follaje perenne formado por pequeñas hojas verdes; emite delicadas espigas florales desde junio hasta octubre e incluso noviembre si el clima ayuda; se adapta a todo tipo de suelos, soporta la sequía y la adoran las mariposas. Por algo el nombre científico es Hebe, el de la diosa griega de la juventud, que servía a los dioses copas de néctar y ambrosía. Este año, el Flower Council of Holland la ha elegido planta protagonista de agosto.
Estos arbustos redondeados y compactos, que no suelen superar el medio metro de altura si se cultivan en maceta (en el jardín pueden alcanzar 1,50 metros), son ideales para llenar de color la terraza de verano, incluidos los rincones en sombra, que apreciarán especialmente en las regiones más cálidas.
QUÉ NECESITAN LAS VERÓNICAS
Las verónicas son fáciles de cultivar y mantener siempre que se les procuren las siguientes condiciones y cuidados:
• Luz: En los climas húmedos, como los del norte de España, viven felices a pleno sol. En los climas secos y cálidos es mejor situarlas en semisombra para que gocen de un grado mayor de humedad.
• Temperatura y humedad: Algunas variedades pueden tolerar temperaturas de hasta -12º (zonas 8-11), pero en general no soportan menos de -7º (zonas 9-11). Deben ser protegidas de los vientos fríos fuertes y las heladas. Sufren con el calor excesivo, sobre todo si va acompañado de sequedad ambiental. Disfrutan de los ambientes frescos y húmedos de las zonas próximas al mar; además, muchas de ellas toleran el aire salino. Resisten la contaminación atmosférica.
• Sustrato: Se pueden cultivar en muchos tipos de suelos pero prefieren los de riqueza media, frescos y bien drenados. Toleran los sustratos moderadamente calcáreos, pero no los ácidos.
• Riego: Cuando están recién plantadas deben recibir agua de forma regular. Una vez que han arraigado el riego ha de ser moderado. Toleran la escasez de agua. • Abono: Agradecerán que se les aporte abono orgánico una vez al año o un fertilizante de liberación lenta.
• Plagas y hongos: El hongo oídio puede presentarse en los meses de temperaturas suaves, sobre todo si el sustrato está seco. También puede atacarlas el pulgón. Se combaten con el fitosanitario adecuado.
• Poda: Pinzar las flores marchitas incentivará la refloración. Las matas se pueden recortar ligeramente una vez que hayan dejado de dar flor para mantener la forma y eliminar las flores secas que queden.
• Mulching: Conviene acolchar la superficie del suelo con corteza de pino o compost para conservar la humedad y proteger las raíces del frío.
• Multiplicación: Se pueden obtener más ejemplares mediante esquejes entre junio y agosto.