Hortensias: explosión de belleza
Deben su nombre a una dama francesa llamada Hortense, a quien le dedicó esta magnífica flor el naturalista Commerson, que la importó del Lejano Oriente. En jardines o macetas, las grandes corolas azules, rosadas y púrpuras de las hortensias ofrecen un esplendor sin igual.
En los jardines del norte de España, las hortensias muestran todo su esplendor, favorecidas por el clima húmedo y el calor suave. Abajo, Hydrangea quercifolia, también llamada de hojas de roble. Copyright: Mille d’OrazioPocas plantas despliegan tanta belleza durante tanto tiempo como la hortensia. En primavera, la Hydrangea macrophylla se despereza y comienza a mostrar sus flores, grandes corolas rosadas o azuladas, que poco a poco van perdiendo el color hasta quedar casi blancas. Las púrpuras derivan, en cambio, hacia los verdes pardos, lo que las convierte, una vez secas, en un elemento muy ornamental para un arreglo floral.
En los jardines del norte de España, las hortensias muestran todo su esplendor, favorecidas por el clima húmedo y el calor suave. Sin embargo, hoy se puede disfrutar de ellas en maceta en todas las regiones. Solo hay que respetar sus preferencias: necesita sombra o semisombra, y no tolera las temperaturas excesivas. Exige abundante riego, preferentemente con agua sin cal (si es de lluvia, mejor).
La acidez del suelo y el color azul
Los suelos ideales para las hortensias son las tierras ácidas (pH menor de 7), ricas en nutrientes, blandas y permeables. La acidez del suelo acentúa los colores de sus pétalos, especialmente los azules. Un suelo demasiado alcalino les provoca clorosis, que se manifiesta en el amarilleo de las hojas y la fragilidad de los tallos. Se corrige con quelatos de hierro o turba rubia en la tierra (ver Un jardín de acidófilas, Verde es Vida nº59, página 50).
Plantar, trasplantar, multiplicar
Las hortensias deben plantarse en primavera y otoño, pero nunca en invierno. El proceso es muy sencillo: basta cavar un hoyo dos veces mayor que el tamaño del cepellón y regarlo bien. ¿Un lugar ideal? Al pie de un árbol: sus ramas las protegerán de la fuerza excesiva de los rayos del sol. En las regiones húmedas no necesitan apenas cuidados, ya que son su hábitat natural.
La poda de las ramas que florecieron —se corta un tercio— se efectúa cuando han caído las hojas, excepto en las zonas frías, donde hay que tener la precaución de esperar que finalice el invierno, ya que sirven de protección contra las posibles heladas.
Si se va a cultivar en maceta, habrá que trasplantar la hortensia a una más grande cuando llegue el invierno y sus hojas hayan caído.
En interiores exige un lugar fresco y ventilado, lejos de la calefacción. En invierno es bueno mantenerla a unos 7º, y subir la temperatura a 13 º hacia finales de febrero y hasta que la planta comience a echar las hojas. También hay que aumentar la humedad ambiental a medida que se acerca el calor. Es conveniente pulverizar con agua el follaje. Se abona en primavera y verano con un fertilizante para plantas que precisen acidez en el sustrato, como las azaleas.
Las hortensias pueden multiplicarse por esquejes: a mediados del verano se corta una rama de unos 30 centímetros que tenga dos pares de hojas (no yemas); se quitan las dos inferiores, y se planta en un pequeño tiesto.
Hortensias raras
Existen unas 500 variedades de hortensias en el mundo, algunas especialmente llamativas, como la trepadora, Hydrangea petiolaris, que puede llegar a alcanzar los 18 metros de alto. Se aferra a la pared con unas raicillas, de un modo simillar a la hiedra, y se cubre de flores blancas.
La Hydrangea serrata se engalana cuando llega el verano con grandes pétalos rosados y blancuzcos. A medida que va madurando, el rosa inicial cambia hacia un agradable violeta pálido.
Información relacionada:
• Un jardín de acidófilas, Verde es Vida nº59, página 50.