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La lavanda de las alas de mariposa

Unas alas de mariposa púrpuras, rosadas, magentas, blancas... coronan las espigas florales de la Lavandula stoechas, un penacho de coloridas brácteas en llamativo contraste con las florecillas verdaderas. Este rasgo la distingue de las demás lavandas. Pero, además, se adapta mejor que ninguna a la vida en maceta por su pequeño porte y su aspecto compacto, y a los jardines de bajo riego por su resistencia a la sequía. Sus flores, tan aromáticas como su follaje, empiezan a asomar en primavera y abundan hasta mediados del verano.

Una Lavandula stoechas de alas encrespadas de color lila, en flor a mediados de marzo. Foto: Robert Couse-Baker

Cantueso o almoraduz de cuello corto en castellano, caps d’ase (cabezas de asno) y bafarull en catalán, cantroxiña en gallego… la Lavandula stoechas es un tesoro de la flora mediterránea que crece silvestre en gran parte de la Península, Menorca, Ibiza y Canarias. Esta planta de matorral y sus subespecies y variedades naturales han dado pie a un gran repertorio de cultivares ornamentales ideales para cultivar en tiesto por su pequeño tamaño, pero también en jardines de bajo riego por su tolerancia a la sequía.

Sus afelpadas hojas y sus flores son tan fragantes como las de las otras lavandas, pero con una singularidad: el penacho de brácteas terminales coloreadas que remata las espigas florales.
Sus afelpadas hojas y sus flores son tan fragantes como las de las otras lavandas, pero con una singularidad: el penacho de brácteas terminales (o comas) coloreadas que remata las espigas florales. Estas alas de mariposas (u orejas de asno) pueden ser más cortas o más largas, más anchas o más estrechas, con márgenes lisos o encrespados, de color magenta, rosado, blanco o púrpura, (casi) siempre en contraste con las espigas cortas y densas en las que se apiñan las flores, diminutas y generalmente más oscuras. Este llamativo penacho atrae a los polinizadores, a los que esperan llenas de néctar: el cantueso es fuente de una aromática miel. La floración comienza hacia finales del invierno, incluso en febrero en algunas zonas, y continúa hasta mediados del verano.

Estas lavandas son subarbustos de pequeño tamaño —25-60 cm de altura y 30-60 cm de extensión es lo usual en jardinería— y muy densos gracias a sus abundantes ramillas cubiertas de un espeso follaje perenne. Como ocurre con las otras lavandas, las hojas son de tonalidad verde agrisada y aspecto aterciopelado por la pelusa blanquecina que las defiende de la fuerza del sol y les sirven para captar la humedad del ambiente.

Al aspecto compacto de los cantuesos contribuye también lo corto que es habitualmente el pedúnculo de las espigas florales, que apenas sobresalen de las hojas.

Lavandas pequeñas muy combinables

La variedad de colores de las flores de los cantuesos y su pequeño tamaño permite conjuntar varios de ellos en grupos de macetas y tiestos combinados de aire mediterráneo. Son además plantas que pueden utilizarse en rocallas y jardines secos y de grava, incluso en ambientes de costa por su buena tolerancia al aire salino del mar.

Sol, riego escaso y poco más

Como nativa de la cuenca Mediterránea, la Lavandula stoechas adora el sol y está perfectamente adaptada al calor fuerte, pero también al frío (hasta -12º), y a la falta de agua. Soporta la sequía en mayor grado que la Lavandula angustifolia y la Lavandula x intermedia, por ejemplo. Prefiere los sustratos ácidos, admite los neutros y le cuestan los calizos. Está acostumbrada a los pedregales y los suelos secos pobres en materia orgánica, lo cual revela que necesita buen drenaje y nada de abono (excepto si se cultiva en maceta). Los suelos muy ricos promueven plantas menos resistentes.

Como sucede con tantas plantas mediterráneas, lleva muy mal el exceso de riego y la humedad permanente en el suelo, sobre todo en verano, que propician que surjan hongos perjudiciales. El riego ha de ser escaso, dejando que el sustrato se seque entremedias. Por lo demás, es una planta libre de plagas.

El mantenimiento se limita a recortar las flores marchitas y su pedúnculo (se puede rellenar con ellas saquitos perfumados), dejando sin tocar el resto de la planta.

Con qué plantas combinar los cantuesos

Hay tantos cultivares de Lavandula stoechas que se pueden conseguir espléndidos grupos sin mezclarlos con otras plantas. Pero el añadido de otras lavandas y aromáticas como los tomillos y romeros dan pie a combinaciones muy atractivas. Dejar cada planta en su tiesto permite mezclarlas sin atender más que el resultado estético. En cambio, si se plantan en un tiesto combinado o un macizo o bordura en el jardín o una rocalla, es esencial que convivan con especies de similares exigencias: suelo ácido o neutro, riego muy medido y poco abono. Casan de maravilla con algunas jaras (como en la foto de abajo, tomada en el Jardín Botánico de San Francisco), por ejemplo Cistus salviifolius ‘Prostratus’, Cistus pulverulentus, Cistus clusii, Cistus creticus, Cistus ladaniferus, Cistus laurifolius, Cistus monspeliensis... También con la dedalera Digitalis purpurea, ericas (brezos), teucriums, salvias, álliums, Artemisia ‘Powis Castle’… y tantas plantas que admiten cualquier pH en el suelo.

El cultivo en tiesto

Las macetas ideales para cultivar cantuesos son las de terracota, un material poroso y fresco, que transpira evitando que el sustrato permanezca demasiado tiempo empapado. El tiesto debe contar con agujero de drenaje para que el excedente de agua fluya y no se encharque. Conviene cubrir el fondo con una capa de bolitas de arcilla o puzolana volcánica, y a continuación añadir turba mezclada con gravilla o sustrato para plantas mediterráneas. El riego ha de ser regular pero moderado. Si la maceta está dentro de un recipiente estanco es obligado vigilar que no se acumule agua en la base.

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  • ‘New Madrid Blue’
    ‘New Madrid Blue’

    La Lavandula stoechas ha dado pie a una gran variedad de cultivares en los que el dúo tonal de alas y espigas varía notablemente; también los hay monocromáticos en blanco, púrpura o violeta. En la foto, el cultivar ‘New Madrid Blue’, de alas blancas y espigas con florecillas moradas.
    Foto: UC Davis Arboretum and Public Garden

  • En el Camino de Santiago
    En el Camino de Santiago

    Cantroxa (Lavandula pedunculata) entre rocas, en el Camino de Santiago.
    Foto: Shutterstock

  • Combinaciones con cantuesos
    Combinaciones con cantuesos

    Bordura de arbustos y semiarbustos mediterráneos en el Jardín Botánico de San Francisco, en el que la Lavandula stoechas aparece en compañía de varios tipos de jaras.
    Foto: Cultivar 413

  • Lavandula pedunculata, nativa de España y Portugal
    Lavandula pedunculata, nativa de España y Portugal

    Varios rasgos asemejan pero también distinguen a esta lavanda nativa de España y Portugal de la Lavandula stoechas: un largo pedúnculo floral (por eso pedunculata) que eleva la flor muy por encima del follaje, y unas alas de color magenta especialmente alargadas, finas y numerosas, que se reúnen en un penacho que en algunos casos supera en longitud a la propia espiga. Cuando está en flor, las matas, habitualmente se unos 40 cm de altura, pueden alcanzar los 60 cm. Hay quien la considera una subespecie de la Lavandula stoechas, pero en Flora iberica, la gran obra de investigación taxonómica llevada a cabo por investigadores del Real Jardín Botánico-CSIC, en Madrid, aparece como una especie distinta. Florece de marzo a mayo, resiste hasta -15º y es especialmente tolerante a la falta de agua (5/6 en el código de Olivier Filippi). Solo admite los sustratos ácidos, pero pueden ser arenosos, pedregosos y pobres. También tolera el aire del mar.
    Foto: Shutterstock

  • El tamaño ideal para maceta
    El tamaño ideal para maceta

    Cuatro pequeños ejemplares con flores de distintos colores en una colección de tiestos.
    Foto: Thejoyofplants.co.uk

  • Una aliada de las abejas
    Una aliada de las abejas

    La abeja Apis mellifera tiene una rica fuente de néctar en los cantuesos.
    Foto: Shutterstock

Reportaje completo nº 95 >> página 26