La lavanda de las alas de mariposa
Unas alas de mariposa púrpuras, rosadas, magentas, blancas... coronan las espigas florales de la Lavandula stoechas, un penacho de coloridas brácteas en llamativo contraste con las florecillas verdaderas. Este rasgo la distingue de las demás lavandas. Pero, además, se adapta mejor que ninguna a la vida en maceta por su pequeño porte y su aspecto compacto, y a los jardines de bajo riego por su resistencia a la sequía. Sus flores, tan aromáticas como su follaje, empiezan a asomar en primavera y abundan hasta mediados del verano.
Una Lavandula stoechas de alas encrespadas de color lila, en flor a mediados de marzo. Foto: Robert Couse-BakerCantueso o almoraduz de cuello corto en castellano, caps d’ase (cabezas de asno) y bafarull en catalán, cantroxiña en gallego… la Lavandula stoechas es un tesoro de la flora mediterránea que crece silvestre en gran parte de la Península, Menorca, Ibiza y Canarias. Esta planta de matorral y sus subespecies y variedades naturales han dado pie a un gran repertorio de cultivares ornamentales ideales para cultivar en tiesto por su pequeño tamaño, pero también en jardines de bajo riego por su tolerancia a la sequía.
Estas lavandas son subarbustos de pequeño tamaño —25-60 cm de altura y 30-60 cm de extensión es lo usual en jardinería— y muy densos gracias a sus abundantes ramillas cubiertas de un espeso follaje perenne. Como ocurre con las otras lavandas, las hojas son de tonalidad verde agrisada y aspecto aterciopelado por la pelusa blanquecina que las defiende de la fuerza del sol y les sirven para captar la humedad del ambiente.
Al aspecto compacto de los cantuesos contribuye también lo corto que es habitualmente el pedúnculo de las espigas florales, que apenas sobresalen de las hojas.
Lavandas pequeñas muy combinables
La variedad de colores de las flores de los cantuesos y su pequeño tamaño permite conjuntar varios de ellos en grupos de macetas y tiestos combinados de aire mediterráneo. Son además plantas que pueden utilizarse en rocallas y jardines secos y de grava, incluso en ambientes de costa por su buena tolerancia al aire salino del mar.
Sol, riego escaso y poco más
Como nativa de la cuenca Mediterránea, la Lavandula stoechas adora el sol y está perfectamente adaptada al calor fuerte, pero también al frío (hasta -12º), y a la falta de agua. Soporta la sequía en mayor grado que la Lavandula angustifolia y la Lavandula x intermedia, por ejemplo. Prefiere los sustratos ácidos, admite los neutros y le cuestan los calizos. Está acostumbrada a los pedregales y los suelos secos pobres en materia orgánica, lo cual revela que necesita buen drenaje y nada de abono (excepto si se cultiva en maceta). Los suelos muy ricos promueven plantas menos resistentes.
Como sucede con tantas plantas mediterráneas, lleva muy mal el exceso de riego y la humedad permanente en el suelo, sobre todo en verano, que propician que surjan hongos perjudiciales. El riego ha de ser escaso, dejando que el sustrato se seque entremedias. Por lo demás, es una planta libre de plagas.
El mantenimiento se limita a recortar las flores marchitas y su pedúnculo (se puede rellenar con ellas saquitos perfumados), dejando sin tocar el resto de la planta.
Con qué plantas combinar los cantuesos
Hay tantos cultivares de Lavandula stoechas que se pueden conseguir espléndidos grupos sin mezclarlos con otras plantas. Pero el añadido de otras lavandas y aromáticas como los tomillos y romeros dan pie a combinaciones muy atractivas. Dejar cada planta en su tiesto permite mezclarlas sin atender más que el resultado estético. En cambio, si se plantan en un tiesto combinado o un macizo o bordura en el jardín o una rocalla, es esencial que convivan con especies de similares exigencias: suelo ácido o neutro, riego muy medido y poco abono. Casan de maravilla con algunas jaras (como en la foto de abajo, tomada en el Jardín Botánico de San Francisco), por ejemplo Cistus salviifolius ‘Prostratus’, Cistus pulverulentus, Cistus clusii, Cistus creticus, Cistus ladaniferus, Cistus laurifolius, Cistus monspeliensis... También con la dedalera Digitalis purpurea, ericas (brezos), teucriums, salvias, álliums, Artemisia ‘Powis Castle’… y tantas plantas que admiten cualquier pH en el suelo.
El cultivo en tiesto
Las macetas ideales para cultivar cantuesos son las de terracota, un material poroso y fresco, que transpira evitando que el sustrato permanezca demasiado tiempo empapado. El tiesto debe contar con agujero de drenaje para que el excedente de agua fluya y no se encharque. Conviene cubrir el fondo con una capa de bolitas de arcilla o puzolana volcánica, y a continuación añadir turba mezclada con gravilla o sustrato para plantas mediterráneas. El riego ha de ser regular pero moderado. Si la maceta está dentro de un recipiente estanco es obligado vigilar que no se acumule agua en la base.
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