El riego del jardÃn y la terraza en verano
Durante los meses más calientes y secos del año, el riego, vital de por sí para toda clase de plantas, incluso las mejor adaptadas a la sequía, cobra máxima relevancia. Más allá de la ayuda que puedan proporcionar los sistemas de riego automático, el verano exige una valoración permanente del grado de hidratación de las plantas para no dejar que pasen sed ni sobrerregarlas.
Durante los dÃas de mucho calor o viento suele ser necesario dar riegos manuales de apoyo. Foto: iStockTexto_ Gilberto Segovia, ingeniero técnico agrícola
Dentro del conjunto de tareas de mantenimiento de las plantas, la más importante de todas para su vida, desarrollo y buen estado es sin lugar a dudas el riego. La vigilancia de su grado de hidratación, sobre todo en verano, es una tarea ineludible, aun cuando se cuente con la ayuda de los sistemas de riego automático. Cualquier avería, una ola de calor, mucho viento… son factores que pueden incrementar de forma importante la necesidad de agua.
El agua y el suelo
Con el riego se debe conseguir humedecer una capa de suelo de un grosor que varía de acuerdo al tipo de planta. Si el césped o los parterres de anuales, por ejemplo, necesitan 20-30 cm de sustrato húmedo, los árboles y arbustos requieren humedad en 50 cm, aunque sus raíces alcancen mayor profundidad.
Lo ideal es que la estructura del suelo —la forma en que se agrupan las partículas individuales de arena, limo y arcilla— permita que el agua penetre sin problemas hasta la profundidad deseada. Sin embargo, si está más o menos apelmazado o es arcilloso, la superficie puede encharcarse sin que se infiltre completamente. Si, por el contrario, es muy drenante, puede absorber mucha agua pero no retener la suficiente para ponerla a disposición de las plantas.
En el primer caso, así como en los terrenos en pendiente, lo más eficiente sería repartir las dosis de riego en varias aplicaciones, con tiempos de reposo para permitir la infiltración del agua. En el caso de los suelos muy drenantes, los riegos han de ser frecuentes para asegurar la humectación que las plantas necesiten.
Crear hidrozonas
Precisamente, una forma de optimizar el riego es tener en cuenta los requerimientos de agua de los distintos tipos de plantas a la hora de planificar el jardín. Distribuir el espacio en hidrozonas permite agruparlas en función de sus exigencias para darle a cada grupo lo que necesita, lo cual evita problemas por enfermedades del suelo y reduce el consumo global del jardín.
¿Cuánto tiempo regar el jardín?
A modo orientativo, con una instalación de riego automático correctamente dimensionada y compensada, el tiempo de riego diario en un jardín en pleno verano va de 20 a 30 minutos si es con aspersores, de 8 a 10 minutos con difusores y de 40 a 60 con goteo. Estos tiempos pueden variar sustancialmente en función de la región, tipo de jardín, temperatura, humedad ambiental, viento… por lo que resulta fundamental la observación para ajustar la dosis. Para ello es útil detectar las señales que ofrecen determinadas plantas indicadoras, que son las primeras en mostrar sus hojas lacias, o algunas zonas concretas del césped que cambian ligeramente de tono o brillo al bajar el grado de humedad.
Con un riego diario se puede mantener la capa superficial del suelo constantemente húmeda, pero este proceder conduce a un enraizamiento demasiado superficial, con lo cual las plantas no profundizan y acceden a una menor cantidad de agua útil. También se pierde más agua por evaporación. Lo más conveniente es espaciar y alargar los riegos para que el agua alcance las capas inferiores del suelo. Los acolchados o el laboreo de la capa superficial para romper la costra que se suele formar, ayudan a conservar la humedad del sustrato. Para regar en profundidad árboles y arbustos, los alcorques resultan de enorme utilidad.
Los riegos de apoyo
En el caso de algunas plantas concretas o en momentos de mucho calor o mucho viento será preciso coger la manguera o la regadera y reforzar el riego para asegurar el buen estado de las plantas.
Es vital prestar especial atención a los ejemplares recién plantados, que aún tienen sus raíces concentradas en el cepellón. Para que arraiguen, es decir, cuenten con un sistema radicular establecido, tienen que pasar un periodo de implantación que dependerá de cada planta y puede durar dos años o más en algunos árboles. Durante ese periodo es crucial vigilarlos y proporcionarles riegos de apoyo que los ayuden a establecerse.
Como complemento del riego por goteo, las plantas en macetas y jardineras también suelen requerir riegos de apoyo manuales que garanticen el grado adecuado de humedad en la totalidad del sustrato. Lo mismo se ha de hacer con algunas plantas o rincones del jardín donde se aprecie que los aportes del riego automático son insuficientes; en este caso se puede recurrir a un aspersor móvil o al riego manual con manguera.
UNA GRAN DIVERSIDAD DE EMISORES DE RIEGO
• Aspersores: Pueden ser de turbina o de impacto y giran distribuyendo el agua en una superficie circular o en parte de ella. Son lo más indicado para grandes extensiones y consiguen una buena penetración en las masas vegetales. Los hay de distinto alcance. Los oscilantes se acoplan a una manguera (en la foto de abajo) y se pueden colocar con facilidad en cualquier punto del jardín.
• Difusores: Generan un abanico de gotas en un ángulo prefijado y son más adecuados que los aspersores para espacios reducidos. Existe una gran diversidad de boquillas.
• Localizado o goteo: Aplica pequeños caudales de agua en puntos concretos, como la base de un arbusto o alineados a lo largo de un seto. Es lo más apto para huertos, patios y terrazas. Consulta Elige los emisores de riego localizado más adecuados.
• Riego manual: Con mangueras y regaderas, imprescindibles para balcones y terrazas, pero también para riegos de apoyo o pequeñas correcciones del riego automático en el jardín. Se recomienda usar una alcachofa de gota fina para que el agua llegue a las plantas suavemente.
EL RIEGO MANUAL DE LAS PLANTAS EN MACETA
Las plantas que viven en maceta o jardinera cuentan con una cantidad de sustrato muy limitado que enseguida puede quedarse seco. En ello influyen tanto el material como el tamaño del recipiente, así como el lugar donde estén situadas: exterior o interior. Si se hace de forma manual, las que necesitan más agua se deben regar cuando la capa superficial del sustrato se note seca. En el caso de las menos demandantes de agua conviene esperar que el sustrato se seque del todo, lo cual se puede comprobar introduciendo un palillo de madera o el dedo.
¿Cuánta agua hay que darles? Hasta que salga por los agujeros de drenaje del fondo de la maceta (se ha de comprobar que no estén obstruidos). Si el tiesto es pequeño y cabe en un recipiente estanco, lo mejor es el riego por inmersión (en la foto de abajo). Se introduce unos minutos en el agua hasta que el sustrato se empape y a continuación se deja escurrir bien. Un acolchado de áridos o corteza de pino sobre el sustrato ayudará a reducir las pérdidas de agua por evaporación.
Más información:
• Riego automático: el agua en su justa medida
• Paso a paso: instalar riego automático en la terraza