Acolchados para proteger las plantas del calor (y del frĂo)
Durante los días más cálidos del año, acolchar el suelo del jardín, el huerto e incluso las macetas es un eficaz recurso para reducir la pérdida de humedad a nivel de las raíces y ayudar a las plantas a afrontar el verano. Y no son sus únicos beneficios. Existen muchos tipos de mulch o acolchados, cada uno con sus particularidades.
La corteza de pino es ideal para acolchar sobre todo parterres florales y extender entre arbustos y árboles. Se compacta menos que otros. Foto: ShutterstockTexto_ Àlex Fenollar, paisajista
Los acolchados (en inglés mulch) están constituidos por cualquier material orgánico o inorgánico capaz de aislar el suelo. Su uso proporciona muchos beneficios: retienen la humedad y reducen hasta en un 40% la necesidad de riego, atraen flora microbiana y fauna valiosas para las plantas, y algunos aportan nutrientes en su proceso de descomposición. Pero, además, dificultan la aparición de hierbas espontáneas: “La mejor forma de mantenerlas bajo control es con mulching”, explicaba Fergus Garrett, el jardinero jefe de Great Dixter, en Verde es vida nº95.
Representan asimismo un recurso valioso contra la erosión y la pérdida de actividad biológica del suelo. El suelo desnudo es enemigo del jardín, no solo por el negativo impacto estético que provoca, y también de la naturaleza.
Aspectos negativos
Sin embargo, no todos los acolchados son siempre beneficiosos ni aportan las mismas ventajas. En plantas jóvenes, por ejemplo, un acolchado espeso y poco drenante podría conservar demasiada humedad alrededor del cuello de la raíz y favorecer la aparición de enfermedades por hongos.
Gravas y otros áridos
Son uno de los acolchados más apreciados en el paisajismo mediterráneo, donde se usan para enlazar visualmente el entorno rocoso con el interior del jardín. Al emplearse como acabado superficial deben ser áridos estéticos y de granulometría media a baja: desde los 3-5 mm hasta los 25-40 mm como máximo.
La procedencia del árido aportará diferentes propiedades y tonalidades: gravilla de canto rodado, pizarra plana, gravilla volcánica, arcilla expandida, cerámica triturada, granito y marmolinas de distintos colores y ojo de perdiz, entre otros. En jardines de bajo riego es preferible elegir colores claros que reflejen la luz y no absorban calor.
No inhiben totalmente el crecimiento de hierbas espontáneas —se requerirían espesores que compactarían por su alto peso el sustrato inferior—, pero con el rápido crecimiento de las vivaces en los parterres este problema disminuye. No se aconseja instalar una malla geotextil por debajo, ya que acaba por emerger y además anula los túneles beneficiosos que abre la fauna del suelo.
En su libro El jardín sin riego, el célebre viverista Olivier Filippi recomienda este tipo de acolchado en capas de 10-12 cm para las plantas mediterráneas de pequeño desarrollo e incluso tapizantes, especies que proceden de suelos pobres y drenantes, cualidades que detentan los áridos, y no toleran bien una aportación de materia orgánica.
Corteza de pino
Es menos duradera que la grava pero también muy estética, sobre todo en parterres florales y entre arbustos y árboles. Se compacta menos que otros acolchados, así que se puede usar en capas de 8 a 12 cm de espesor. No se recomienda cubrir directamente el cuello de las leñosas ni pecar por exceso ya que podría acumular demasiada humedad y provocar una perjudicial falta de aireación. No hay evidencia de que acidifique el suelo ni de que secuestre nutrientes, más bien los libera de forma lenta. Al igual que la grava, no conviene usarla en áreas donde haya que trabajar la tierra con frecuencia.
Mantillo
Cualquier compost rico en materia orgánica se puede aplicar en forma de mantillo acolchando los parterres. Se puede obtener a partir de las hojas caídas de los árboles —las mejores son las de robles, hayas y carpes— sobre todo en otoño, y aplicarlo en capas de 5-8 cm. Acolchar con mantillo es una solución ecológica, muy rica en nutrientes, barata e idónea para parterres de mantenimiento medio-alto donde se busque mejorar radicalmente la estructura del suelo, pero es poco estable y requiere aplicaciones frecuentes. Es esencial que esté perfectamente compostado, es decir maduro, para no dañar las plantas.
Triturado de restos de poda
Una vez triturados, los restos de poda de las especies leñosas que se generan periódicamente en el jardín conforman una mezcla de gran calidad como acolchado orgánico. Es un mulch de apariencia rústica y natural, muy duradero. Filippi recomienda este tipo de acolchado para plantas de buen tamaño en capas de unos 20 cm de espesor que en unos meses se comprimen y reducen a la mitad: “Las raíces superficiales de las plantas pueden entonces desarrollarse justo debajo del acolchado, donde la actividad biológica del suelo es más importante, a la vez que las raíces profundas se benefician durante más tiempo de un suelo húmedo”, escribe.
Plantas tapizantes o cubresuelos
Al pie de los árboles, arbustos y vivaces se pueden plantar especies de baja altura y comportamiento rastrero que cubran el suelo desnudo. Con ello se obtienen todos los beneficios anteriores más el añadido de tener un jardín paisajísticamente más diverso y valioso. El objetivo es subir la densidad de plantación con especies que tapicen con colores y texturas el estrato más bajo de los parterres.
Paja limpia para el huerto
Fácilmente disponible en verano, cuando se siegan los cereales, es muy económica y se reparte con rapidez con la ayuda de una horca. Su apariencia seca puede contrastar negativamente con las plantas ornamentales, por lo que encaja mejor en el huerto, donde preserva los frutos del contacto con la tierra (fresas, tomates, calabacines, pepinos) y acompaña con su baja durabilidad los ciclos anuales de cultivo.