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Cómo construir y mantener los caminos y superficies inertes

Tan importante para la estética de un jardín es el cuidado y mantenimiento de las plantas como el de las superficies de áridos o cortezas. Mantener a raya las hierbas que irrumpen espontáneamente en ellas es la principal tarea.

En las superficies no compactadas es necesario extender una lámina geotextil que impida la irrupción de la hierba. Foto: Shutterstock

Texto_ Agustín Bravo, jardinero proyectista

Cuando pensamos en un jardín lo primero que se nos viene a la cabeza son las superficies y volúmenes verdes llenos de plantas, césped y árboles. Aquí nos ocuparemos de los elementos no verdes, como caminos, paseos, superficies de áridos, etcétera, que también ocupan un lugar importante en la composición y el mantenimiento del jardín. Centrados en el cuidado de las plantas a veces se nos olvida cómo conservar en buen estado estas zonas secundarias.

Una buena planificación en el diseño y un mantenimiento pautado son claves para que los caminos y superficies de áridos luzcan acordes al resto del jardín.
Una buena planificación en el diseño y un mantenimiento pautado son claves para que luzcan acorde al resto del jardín. Dentro de estas superficies sin plantas las hay compactadas y no compactadas.

Superficies compactadas...

Se trata de caminos, zonas estanciales y de tránsito entre praderas y muros, etcétera. Por su poder de compactación y cierta capacidad de drenaje hoy se suelen realizar con jabre (molienda de granito). Otras opciones son la grava mezclada con cal, que proporciona un mayor grado de compactación y dificulta más la irrupción de hierbas, o el clásico albero.

• Construcción: El punto de partida puede ser un laboreo con motoazada profundizando hasta 25-30 centímetros en toda la zona donde se desea crear una superficie de este tipo, para conseguir la misma consistencia y uniformidad en toda ella. Si el área no presenta problemas de drenaje se puede realizar en el suelo un cajeado menos profundo, de 10 a 15 centímetros. A continuación se aportará una generosa capa de jabre (10 centímetros como mínimo), que se ha de extender con un rastrillo, nivelar con una regla de madera y apisonar con un rulo. Seguidamente se riega toda la superficie y después de unas horas se vuelve a pasar el rulo, así hasta que la superficie esté bien apisonada. De esa forma se evitarán posteriores movimientos y zonas hundidas. Si en el futuro se produjera un socavón o hundimiento a causa de la lluvia o por el paso de un vehículo pesado, se solucionaría aportando un poco de jabre, rastrillando y volviendo a pasar el rulo en la zona.

Un apunte: en este tipo de suelos no se recomienda usar malla antihierbas ya que al compactarse la superficie podría ocasionar problemas de drenaje. Además, la malla incluso podría aflorar con el tiempo.

• Mantenimiento: Se centra principalmente en el control de las hierbas espontáneas y la limpieza de restos vegetales y musgo. En los jardines particulares se pueden eliminar fácilmente con la ayuda de un rozador o rascador, que cortan las hierbas a ras de suelo; se dejan secar al sol y se barren con una escoba de jardín. Se suele hacer en primavera (mayo especialmente) y otoño. El uso de una azada en estas superficies tan uniformes puede dejar surcos y agujeros nada estéticos.

... y no compactadas

Estas zonas suelen albergar elementos no vegetales como casetas, juegos de niños, esculturas, etcétera, pero también arbustos y árboles, principalmente. En ellas se recurre a diversos materiales, desde cortezas, virutas de madera y material vegetal triturado a gravillas y bolos de distinto tamaño. Un aspecto muy importante, que en numerosas ocasiones no se tiene en cuenta, es delimitar de forma efectiva sus bordes. Una zona de gravilla que no cuente con un elemento que la contenga —traviesas de madera, borduras metálicas, bordillos de piedra— acabará invadiendo todo lo que tenga alrededor y las cortezas y áridos acabarán extendidos por todo el jardín.

• Construcción: Una vez niveladas con la ayuda de una azada y rastrillo si existieran hoyos, abultamientos, etcétera, estas superficies exigen instalar una lámina geotextil antihierbas encima del suelo. Si se usan traviesas o bordillos para delimitarlas es importante que la lámina llegue justo hasta ese borde, e incluso meterla por debajo de la traviesa o bordillo. A continuación se extiende una capa de gravilla o corteza de 10 cm como mínimo.

• Mantenimiento: En estas superficies, la irrupción de hierbas se mantiene bajo control gracias a la lámina o malla geotextil. No obstante, en ocasiones este material se rompe y afloran las plantas, o con el tiempo algunas se desarrollan encima. Se deben arrancar a mano teniendo cuidado de que al tirar de ellas no nos llevemos el geotextil.

Cómo mantener limpias las superficies

• Las superficies compactadas se mantienen limpias con facilidad mediante una sopladora y una escoba de jardín.

• Si existen árboles y arbustos de follaje caduco no conviene esparcir debajo corteza de pino o gravillas muy finas ya que al limpiarlas (bien sea con escoba o sopladora) nos llevaríamos lo que queremos limpiar y lo que no.

TOMA NOTA

• Si decides utilizar herbicidas pide asesoramiento en tu centro de jardinería, ya que su uso está regulado por ley y puede que necesites la ayuda de un profesional.

• Utiliza láminas o mallas geotextiles de calidad. Recurrir a mallas impermeables puede impedir que afloren hierbas, pero no son capaces de drenar el agua y a la larga darán problemas.

• En zonas con pendiente evita utilizar gravas y cortezas y opta por escoger plantas que ayuden a fijar el suelo con sus raíces. Consulta Cómo afianzar un talud con plantas.

  • Delimitando el sendero
    Delimitando el sendero

    Delimitar claramente el espacio que ocupará la grava o corteza evitará su dispersión en el jardín.
    Foto: Shutterstock

  • Pasando el rulo
    Pasando el rulo

    La correcta utilización de un rulo para compactar las superficies de jabre o grava ofrece resultados óptimos.
    Foto: iStock

Reportaje completo nº 95 >> página 50