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Prácticas agrícolas tradicionales que se pueden aplicar en el huerto familiar

Muchas prácticas agrícolas tradicionales, algunas milenarias, siguen demostrando hoy su validez por su sabio respeto a los ciclos naturales. El huerto familiar permite incorporar algunas de ellas. Aquí repasamos cuáles pueden resultar útiles y cuáles no.

Cultivar distintas especies de hortícolas no solo provee una mayor variedad de alimentos, sino que contribuye a alejar de la huerta plagas y enfermedades. Foto: Hanako

Texto_ Raúl González Ibarra, agricultor y periodista

Sí a la diversificación

Frente al monocultivo típico de la agricultura industrial, la tradicional se ha basado siempre en la diversificación (en la foto de arriba). Esto supone, por un lado, no jugárselo todo a una carta, de manera que si un cultivo no se da bien, siempre haya otro que ese año produzca mejor. Por otro lado, cultivar una mayor diversidad de hortalizas, junto con la rotación de cultivos y el barbecho, es eficaz para mantener la huerta libre de plagas y enfermedades.


Sí a las rotaciones

Esta práctica está muy relacionada con la anterior. Se trata de aprovechar al máximo los nutrientes del suelo y obtener hortalizas mejores y más sanas realizando rotación de temporada, es decir, evitando plantar por ejemplo el huerto de verano en el mismo lugar donde se cultivó el año anterior. Y también rotar por tipos de especies para no cultivar repetidas veces en la misma parcela hortalizas con exigencias nutricionales similares. Así, es bastante habitual rotar hortalizas de raíz y bulbo (cebollas, puerros, chalotas, zanahorias, remolachas), hoja (lechuga, acelga, rúcula, borraja), fruto (tomates, berenjenas, pimientos, calabacines, pepinos), mejorantes (judías y guisantes, que nitrogenan el suelo, y coles).


Sí al barbecho

El cultivo continuado en una misma parcela acaba agotando algunos nutrientes esenciales y facilitando la proliferación de plagas y enfermedades asociadas a esos cultivos. En la agricultura industrial intensiva el barbecho no se utiliza mucho, pero es muy recomendable en huertos familiares, siempre que se disponga de espacio suficiente para hacerlo.

La diversificación y rotación de los cultivos del huerto, junto con el respeto al descanso de la tierra en forma de barbecho, son prácticas agrícolas tradicionales ventajosas para aplicar en el huerto familiar.
Hay varias opciones para poner la tierra en barbecho:

• Dejarla sin cultivar, pero labrándola varias veces durante el descanso para evitar la proliferación de malas hierbas. La desventaja es que la tierra queda expuesta a los rayos del sol, las heladas y la erosión. Además, la recuperación de la vida microbiana será menor.

• Dejarla sin cultivar ni labrar durante el tiempo de descanso. La tierra se recuperará mejor que en el caso anterior pero aparecerán malas hierbas que pueden semillar todo el terreno.

• Una opción intermedia es el llamado abono verde, que consiste en sembrar en la zona en barbecho una leguminosa —veza, trébol, alfalfa— y un cereal —avena, cebada— (en la foto de abajo), que al final de la temporada se siegan y se incorporan a la tierra; las leguminosas fijan el nitrógeno del aire, enriqueciéndola, y el cereal le aporta materia orgánica. La estructura y la textura del suelo mejoran y además se mantiene la superficie cubierta de vegetación, protegiendo así la actividad microbiana. Lee Abono verde para regenerar los suelos en Verde es Vida nº90, página 54 (hemeroteca online).


Sí a las semillas autóctonas

Las semillas que se han ido seleccionando localmente durante generaciones son las que mejor adaptadas están a las condiciones de cada lugar. Sembrar variedades hortícolas de la zona y reproducirlas contribuye a mantener la riqueza genética de nuestro patrimonio agrícola. Sin embargo, es posible que sean menos productivas que las variedades comerciales. En la foto de abajo, recolección y selección de semillas de lechuga ya secas a la luz del sol. Te recomendamos leer Recolectar y conservar las semillas en verdeesvida.es.


Sí al uso de estiércol local

La agricultura y la ganadería han tenido desde sus inicios una relación simbiótica, por la cual cada una aprovecha los restos generados por la otra. Si el huerto familiar se encuentra en una zona rural es una buena opción utilizar estiércol de los ganaderos locales; se obtiene así un abono de buena calidad a la vez que se les ayuda a eliminar parte de los restos generados por su cabaña. Hasta la aparición de los agroquímicos el estiércol ha sido (y es) el abono más utilizado. En general aporta altos niveles de nitrógeno. Consulta Abonos orgánicos: el reciclaje de la vida en verdeesvida.es.


Sí a los fitosanitarios tradicionales

Existen remedios ancestrales para el control de plagas y enfermedades que, combinados con los nuevos, pueden resultar muy útiles en el cuidado del huerto. Algunos de ellos son:

Leche diluida en agua (una parte de leche y tres partes de agua) para prevenir el oídio.

Ceniza para el control de hongos e insectos en el suelo. También aporta potasio. No obstante, si se utiliza en exceso puede subir el pH del sustrato (alcalinizarlo) y dañar las plantas.

Azufre, utilizado desde la Antigüedad, su uso se extendió en el siglo XIX para el control del oídio en los viñedos. Hoy se aplica en multitud de cultivos, por ejemplo el tomate.

Purines de plantas, una práctica ancestral de macerar plantas en agua para utilizarlas como fungicida, insecticida o abono foliar que hoy está viviendo un resurgir de la mano de la agroecología. Algunos de los purines más comunes son los de ortiga, cola de caballo (o equiseto) y consuelda.

Lee Sustancias básicas contra plagas y enfermedades en Verde es Vida nº88 (hemeroteca online).


EL RIEGO A MANTA O POR INUNDACIÓN

Sus inconvenientes son un mayor consumo de agua, una mayor compactación del terreno, la proliferación de malas hierbas y la necesidad de trabajos posteriores de cava para eliminar la costra que se genera. El riego a manta tiene sentido en zonas donde ya existe un sistema tradicional de acequias que llevan el agua fácilmente a las parcelas sin necesidad de bombeo. También en zonas tradicionales de vega donde el agua sobrante se filtra y retorna a la red fluvial. En general, y sobre todo en huertos familiares que se riegan con agua de la red, es más aconsejable el goteo porque ahorra mucha agua, ofrece un riego localizado en cada planta, y se puede programar.


NO A LA QUEMA DE RESTOS VEGETALES

Quemar restos vegetales es una práctica aún muy habitual que conlleva algunos aspectos negativos a tener en cuenta. El más evidente es el riesgo de incendio, pero también la contaminación por humo que se produce. Se trata de una práctica muy regulada que normalmente está prohibida en las épocas más cálidas del año y en la proximidad de las viviendas. En cualquier caso, se debe pedir siempre un permiso a las autoridades y cumplir unas normas básicas de precaución, como dejar un perímetro sin vegetación para que el fuego no se propague. Dado los riesgos que conlleva, una buena alternativa puede ser el triturado (en la foto de abajo) y posterior compostaje de los restos vegetales. Se obtiene así un abono orgánico de alta calidad que se puede utilizar para fertilizar la tierra. Consulta Fabricar compost en casa.

Más información:

Cultivar un huerto ecológico

Cómo conseguir un huerto más ecológico

  • Veza y avena: abono verde
    Veza y avena: abono verde

    En los suelos en barbecho conviene sembrar especies que no solo evitan que permanezcan desnudos durante ese período, sino que además lo mejoran de cara a los próximos cultivos. La veza fija el nitrógeno que obtiene del aire y la avena incorpora materia orgánica para mejorar la estructura haciéndolo más suelto y aireado. Al final del barbecho se entrecavan para incorporarlos a la tierra.
    Foto: Shutterstock

  • Triturado de restos de poda
    Triturado de restos de poda

    La alternativa a la tan extendida práctica de quemar los restos de poda, dados los riesgos que ello conlleva, es triturarlos y aprovecharlos como acolchado o para fabricar compost.
    Foto: Shutterstock

Reportaje completo nº 95 >> página 52