Descripción
Una sedosa felpa blanca recubre las ramillas y las pequeñas hojas de este arbusto autóctono del sudoeste semiárido de Australia, donde se vale de ella para defenderse del intenso sol, el calor y la deshidratación, y para captar la humedad ambiental en los momentos más frescos del día. Esta cualidad ornamental y funcional, a la que suma una preciosa floración lila a lo largo de toda la primavera, le ha abierto las puertas de la jardinería de bajo riego. Forma matas redondeadas compactas de 1 a 1,5 m de altura y extensión. Se suele usar como ejemplar aislado o en combinaciones de plantas de similares requerimientos, así como en contenedores. No soporta el frío —peligra cuando el termómetro baja de -4°, sobre todo si el suelo está húmedo— y el exceso de riego. Se considera una planta de muy bajo mantenimiento. Crece lentamente.
Estructura, follaje y flores
Una ramificación fina y abundante sostiene un espeso follaje perenne de bella textura y brillante tonalidad nívea, tal como describe su nombre botánico. Está formado por pequeñas hojas lineares de 3-4 cm, sin pecíolo, parecidas a las del romero. Entre marzo y junio florece copiosamente. Sus flores tubulares de color lila o amatista, incluso blancas en algunos ejemplares, surgen en las axilas de las hojas. Miden unos dos centímetros de largo y la corola se abre en cinco lóbulos con los márgenes ondulados. Son nectaríferas y por lo tanto muy atractivas para las abejas y mariposas. Las flores polinizadas producen drupas con cuatro granos en su interior, de las que se nutren las aves. De la Eremophila nivea se han obtenido numerosos cultivares (ver el texto del recuadro).
Cultivo y cuidados
Exige pleno sol en un lugar bien ventilado, y un sustrato moderadamente fértil, seco y muy bien drenado, idealmente franco-arcilloso o arenoso, neutro o levemente alcalino, aunque soporta los calizos. Es muy resistente a la sequía y su tolerancia al frío aumenta si el suelo está seco. Precisa riego para arraigar —siempre en la base y por la mañana, sin mojar las hojas—, pero una vez establecida, sus necesidades de agua son mínimas o incluso nulas. Es muy sensible a las enfermedades y hongos que propicia la humedad en el suelo o el follaje. Una ligera poda tras la floración favorecerá la emisión de luminosos brotes nuevos y contribuirá a que conserve una forma compacta.
Usos
En jardines de muy bajo riego, jardineras de obra y macetas. El cultivo en contenedor permite trasladarla fácilmente para resguardarla del frío y la lluvia.
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