Jardines de sombra
Los jardines de sombra suelen ser espacios pequeños, rodeados de altos muros, donde las plantas reciben pocas horas de sol. Están condicionados por la configuración de las nuevas urbanizaciones de adosados y pareados, ocupan patios ingleses o el centro de un edificio. Y, sin embargo, dan mucho juego a la creatividad.
Un jardÃn umbrÃo no es necesariamente un jardÃn sin flores: numerosas plantas que viven bien o incluso prefieren la semisombra o la sombra para florecer. Al resguardo del sol, sufren menos el estrés del calor y la pérdida de humedad. Copyright: BrewbrooksDisponer de un espacio estrecho, pequeño, y poco o nada soleado por culpa de muros o construcciones demasiado próximas es una realidad muy frecuente. Pero ha dado pie en los últimos años a un tipo de jardinería que genera ejemplos de diseño muy imaginativos e innovadores. El uso de áridos, de clara inspiración japonesa, y de tarimas, la presencia del agua y una acertada iluminación, además de la selección apropiada de especies, permite crear espacios muy atractivos.
Cómo configurar estos jardines
Como en cualquier otro jardín, en uno umbrío “lo primero será la zonificación y el diseño de las circulaciones”, explica el arquitecto Juan Antonio Casla, de Casla Jardinería y Paisajismo, de Madrid. “Pero en este caso es sumamente importante el estudio de los soleamientos de las distintas áreas. A veces nos llevamos la sorpresa de que una zona que permanece en sombra todo el día, recibe sin embargo sol de mediodía en verano; en ese caso no podrían plantarse en ella especies de sombra”.
No es lo mismo la sombra que proyecta un bosque vecino que la de un muro alto que, además, impide la ventilación, matiza el paisajista Xavier Bisbe, director de Arborètum Exteriorismo, de Barcelona. La orientación y el espacio disponible con mejor o peor circulación de aire condicionan. En función de estos factores más el clima de la zona se deben elegir especies suficientemente resistentes (ver columna de la derecha).
Orden para optimizar el espacio
Por lo general, estos jardines ocupan terrenos pequeños, encajados en huecos arquitectónicos, así que es necesario sacarles el máximo partido. Aunque el espacio sea escaso, un buen diseño asegurará distintas zonas funcionales: un área de juegos para los niños, otra para estar, tal vez una zona selvática que contraste con el espacio abierto, o un rincón chill out para leer relajado, tomarse una copa, conversar...
Para Bisbe, el orden es prioritario para optimizar el espacio tanto desde el punto de vista funcional como estético. “Trazo zonas muy bien definidas, por ejemplo con alfombras de plantas de distintos colores, combinadas con otras libres, enlosadas, con gravilla; juego mucho con la piedra, la madera, el agua”, cuenta. En su opinión es importante, por ejemplo, que no se vea todo el jardín en el primer golpe de vista. “Ya que son pequeños hay que conservar o estimular el misterio, esconder rincones o sorpresas, por ejemplo un juego de agua tras una barrera de árboles enanos”, dice. “Se trata de espacios que tienen por lo general entre 50 y 70 metros cuadrados, pero precisamente esa escasez es lo que empuja a crear, a introducir recursos que no son comunes en el diseño de jardines más grandes simplemente porque no los necesitan”.
Los puntos visuales
Como en todo jardín, “lo más importante es saber desde dónde se va a ver”, señala Rafael Salmerón, director del centro de jardinería Los Peñotes, de Madrid. “Muchas veces estos jardines tienen más de un punto visual: pueden disfrutarse desde distintas plantas de la vivienda o de la oficina. Hay que valorar cada uno de los focos”. La distribución de diferentes zonas funcionales o estéticas, jugar con distintos niveles del suelo, combinar tapizantes, áridos y tarimas, son recursos que ayudan a dinamizar el espacio.
“Personalmente, me gustan los jardines con mucho impacto visual, por eso siempre intento crear grandes masas de plantaciones de la misma especie”, afirma Casla. “A mí me gusta usar mucha planta, pero concentrada en determinados lugares”, añade Xavier Bisbe. La selección de especies es clave en el éxito de este tipo de jardines. Medir la cantidad de luz que recibe el terreno es muy importante, en opinión de Salmerón. “Aunque existen especies adaptadas a la baja intensidad de luz, por debajo de un determinado umbral las plantas no se desarrollan. Tenemos que quedarnos por encima de ese umbral porque estamos generando un espacio ornamental y las plantas deben lucirse”.
En general, las especies que viven bien en condiciones de baja luminosidad “son aquellas que colonizan los estratos más bajos del bosque, si bien hay que tener en cuenta que las hojas de los árboles tamizan la luz directa de forma muy diferente a un muro o un edificio”, recalca el director de Los Peñotes. En su opinión, más que con las plantas de flor, “los mejores efectos visuales de color y textura se consiguen con las hojas de las plantas”, asegura.
Jardines sin césped
Precisamente las condiciones de luz de estos jardines desaconsejan el uso de césped. “Todo lo que nos ofrecen como césped de sombra no es tal”, señala Juan Antonio Casla; “es césped para zonas de poco soleamiento”. En su lugar los expertos recomiendan las especies tapizantes. Bisbe suele utilizar en la costa catalana la dichondra (Dichondra repens), una gramínea de hoja redonda muy sensible a las heladas, lo cual puede resultar un inconveniente en las zonas más frías de España.
“La hiedra podría ser la reina de este medio, sobre todo las variedades de hoja pequeña y crecimiento medio o lento, que forman masas muy compactas”, destaca Salmerón. “Dentro de las hiedras hay gran variedad de colores de hojas, desde el verde oscuro al claro, plateados, matizados en blanco o crema...”. Sin embargo, las tapizantes no resisten un fuerte pisoteo. Para las zonas de tránsito lo más recomendable son las tarimas de madera, los enlosados y áridos. Los áridos han cobrado tanto auge que muchos jardines de sombra son solo jardines secos, al estilo kare sansui japonés, hechos de grava. Actualmente los céspedes artificiales incrementan su presencia como alternativa verde. “Los hay de una altísima calidad y, en determinados diseños, pueden ofrecer una solución muy aconsejable”, asegura Rafael Salmerón.
Cómo iluminar un jardín pequeño
La iluminación es crucial para sacar partido a los jardines umbríos. Luces cálidas e indirectas son lo indicado. En opinión de Xavier Bisbe, “deben permanecer en semipenumbra para conservar su misterio”, lo que también resulta más acogedor. “La consigna: iluminar siempre desde abajo hacia arriba”, recomienda el paisajista de Arborètum; “nunca al revés porque mata el volumen, el color y el juego de luces y sombras de las plantas”. Los puntos de luz deben estar escondidos o disimulados; para ello existen hoy muchas alternativas: leds, fibra óptica, fuentes de luz enterradas, focos direccionables...
Un último apunte: el mantenimiento, “tanto o más importante en un jardín que la plantación o el diseño”, dice Rafael Salmerón. “Si no se puede tener una dedicación constante es preferible algo sencillo y de bajo mantenimiento”. Vigilar el drenaje y extremar la protección contra el frío si hay riesgo de heladas resulta clave.
Más información:
• Especies que aman la sombra, Verde es Vida nº68, página 32 (ver en la web).