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Akebia quinata: una trepadora que enamora

Lo primero que llama la atención en esta trepadora son sus flores burdeos que huelen a chocolate y vainilla. En algunas zonas templadas de España ya se dejan ver en febrero; en las más frías, en marzo o abril. En los últimos tiempos se ha convertido en una gran favorita. Descubre por qué.

Entre el follaje nuevo, las flores burdeos de una Akebia quinata. Esta trepadora puede perder o conservar las hojas según el clima. Foto: Shutterstock

Las flores de la Akebia quinata surgen en racimos péndulos, muy ligeros y abiertos, de flores de dos tamaños: las más pequeñas, masculinas, con estambres curvos; las grandes, femeninas, con gruesos carpelos oscuros en el punto donde se unen sus carnosos sépalos ovales de color burdeos, rosado o crema, según la variedad. En el extremo de los carpelos brilla una gota de un denso fluido al que se adhiere el polen. Las flores atraen a las abejas. Las femeninas son más precoces que las masculinas.

Estos racimos de flores se abren paso entre un follaje de hojas compuestas por cinco foliolos ovales de 2,5 a 7,5 cm, con largos pecíolos; son de color verde oscuro en el haz y glaucas en el envés. Según la dureza del clima puede conservar o perder el follaje total o parcialmente.

La Akebia quinata es una trepadora vigorosa y de rápido crecimiento, capaz de prosperar en diversas condiciones de luz, incluso bastante sombra, y soportar cierto grado de sequía (3 en una escala de 6) y heladas (-15º, zonas 7-10). Admite todo tipo de suelos, incluso calizos, aunque le gustan margosos, fértiles, bien drenados y profundos.

Pide un soporte donde trepar, al que se enredará con sus tallos volubles hasta alcanzar unos 10 m de altura. También se puede usar como cubresuelos o sobre montículos y muros de piedra, o para estabilizar un talud. Hunde sus raíces profundamente, por lo tanto lleva mal los trasplantes. Se considera de bajo mantenimiento.

  • Flores femeninas y masculinas
    Flores femeninas y masculinas

    En la Akebia quinata, las flores femeninas son mucho más grandes que las masculinas y lucen gruesos carpelos. Las masculinas, estambres curvos.
    Foto: Ashley Basil

Reportaje completo nº 90 >> página 35