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Ásteres: estrellas del jardín de otoño (1ª parte)

Más que estrellas, galaxias de margaritas moradas, magentas, fucsias, rosadas... Los ásteres son capaces de llenar los jardines de masas de flores durante los días más fríos del año. Rastreros o erectos, en solitario o en compañía de doradas gramíneas y otras vivaces, en arriates o tiestos, estas plantas te sorprenderán por su versatilidad y extraordinaria floración.

Aster amellus en plena floración. Se lo conoce también como aster italiano y puede vivir en suelos calcáreos, pobres o moderadamente fértiles, levemente secos y con pH alcalino. Copyright: iStockphoto / Fotolinchen

Linneo bautizó al género con el término que los griegos usaban para nombrar los astros: Aster. Y es que sus flores recuerdan las estrellas por su infinidad de finos pétalos (lígulas, para ser exactos) en torno al botón central. Son inflorescencias en capítulo: margaritas. Los ásteres han dado nombre a toda una familia botánica: las asteráceas (o compuestas).

La copiosa floración de los ásteres se produce en masas de cabezuelas rosadas, magentas, fucsias, moradas, lilas, violetas...
Pero, además, no son precisamente estrellas solitarias: la floración de los ásteres se produce en masas de cabezuelas rosadas, magentas, fucsias, moradas, lilas, violetas... Algunas lucen una única fila de pétalos, muy finos en el caso de los Aster x dumosus, Aster tongolensis y Aster pyrenaeus; en otras es doble, y en algunos verdaderos pompones. Una explosión de color bajo el sol de otoño, un imán para las abejas y mariposas.

Entre las numerosas especies que integran el género —llegaron a ser unas 600, aunque hoy se limitan a unas 180; las de origen americano se han reclasificado dentro del género Symphyotrichum—, muchos ásteres son rastreros, algunos forman matas compactas ideales para tiestos, y otros pueden elevarse un metro y medio de altura, tanto que algunos necesitan tutores.

Vivaces rústicas en general

La mayoría de los ásteres que se utilizan en los jardines son herbáceas perennes o vivaces, cuya parte aérea se seca en invierno para rebrotar en primavera. Son oriundos del hemisferio Norte y muy rústicos en general. Su diversidad de formas permite utilizarlos como vistosos fondos, componiendo borduras y macizos en solitario o mezclados con otras vivaces y gramíneas, en rocallas y en tiestos y jardineras.

Cómo mezclar los ásteres

Los ásteres dan mucho juego en el jardín, especialmente en los de carácter informal y en la jardinería de herbáceas perennes liderada por Piet Oudolf, Tom Stuart-Smith o Dan Pearson, que persigue crear espacios con un feeling de Naturaleza silvestre. Componen bellas armonías mezclados con las gramíneas ornamentales, que en otoño conservan los tonos dorados del verano: Stipa tenuissima, Miscanthus, Calamagrostis ‘Karl Foerster’ y los dferentes Pennisetum, entre tantas otras. Pero también con vivaces como los sédums de otoño, que lucen su floración rosada en forma de ramilletes en esta estación, las gráciles varas de Gaura lindheimeri, con sus flores blancas en forma de pequeñas mariposas (ver ficha), los largos tallos rematados en plumosos penachos dorados del Solidago rugosa ‘Fireworks’, o las finas varas acabadas en pequeñas flores rosadas o blancas de la Persicaria amplexicaulis.

Los ásteres incluso casan bien con los rosales floridos en el otoño; las dalias, con las que comparten familia; las extrañas flores de la Kniphofia rooperi, o con otras margaritas, como las Rudbeckia y Echinacea, de color amarillo o anaranjado. Contra el follaje otoñal de las caducifolias o los arbustos de hojas rojas o doradas ofrecen un contraste espectacular. Y sus flores de colores más suaves combinan de maravilla con los tonos plateados de las orejas de conejo (Stachys byzantina) y las artemisias.

Pero los ásteres también pueden utilizarse en solitario: se consiguen atractivas composiciones jugando con las alturas que alcanzan las matas de las distinas especies y cultivares, y con el color y el tamaño de las flores: grandes margaritas, como en el caso del Aster x frikartii, o pequeñísimas en el del Aster ericoides.

LOS ÁSTERES MÁS POPULARES

Entre los ásteres más populares destacan:

Aster novae-angliae (ver columna de la derecha y la ficha)

Aster novi-belgii (ver columna de la derecha)

Aster amellus (foto grande, arriba)

Desde julio a octubre, este áster procedente de las montañas de Europa oriental y Turquía produce flores violetas, blancas o púrpuras de cinco centímetros de diámetro; las hojas son de color verde oscuro. Se lo conoce también como áster italiano. Las matas alcanzan entre 20 y 50 centímetros de altura. Es muy rústico (-29º, zona 5). Prefiere los suelos calcáreos, pobres o moderadamente fértiles, levemente secos y con pH alcalino. Crece lentamente. Ha dado origen a numerosos cultivares, como el ‘King George’, de flores violetas.

Aster x frikartii

Este híbrido de origen suizo es uno de los ásteres más atractivos y utilizados por el gran tamaño de sus capítulos y su larga floración, que se inicia a finales del verano. Las matas se elevan entre 60 y 90 centímetros y pueden necesitar tutores. El color de las flores va del azul lavanda al violeta y el púrpura, y las hojas son verde oscuro. Entre sus numerosos cultivares destacan los célebres ‘Mönch’, de flores azul lavanda (Garden Merit de la Royal Horticultural Society), y ‘Wunder von Stäffa’, más azuladas. Es muy resistente al oídio. Necesita un suelo moderadamente fértil y bien drenado, y riego regular.

Ver 2ª parte

  • Aster novae-angliae
    Aster novae-angliae

    El áster de Nueva Inglaterra (en realidad de Misuri) es uno de los más apreciados por su fortaleza: tallos que no precisan ser entutorados, resistencia al frío extremo (-29º, zona 5), inmunidad al oídio. Necesita un suelo fértil y bien trabajado. Florece desde el final del verano hasta la llegada del invierno.
    Los capítulos tienen entre cuatro y cinco centímetros de diámetro, y son rosados, púrpuras, violetas, incluso azules, con el botón dorado. Las hojas son de un tono verde medio, lanceoladas y pilosas. Las matas pueden alcanzar entre 50 y 180 centímetros, según la variedad.
    Cuenta con más de 70 cultivares, entre ellos el espectacular ‘Andeken an Alma Pötschke’, de flores de color violeta claro. ‘Harrington’s Pink’, de flores violetas, y ‘Paul Gerber’, púrpuras, crecen hasta 1,5 metros, y ‘Lou Williams’ y ‘Purple Cloud’, ambos de flores púrpuras, hasta 1,80 metros. El cultivar ‘Autumn Snow’ da flores blancas.
    Foto: Beautiful Cattaya

  • Aster novi-belgii
    Aster novi-belgii

    El llamado áster de Nueva York forma matas compactas de 30 a 50 centímetros de altura. Ha dado origen a numerosos cultivares: de flores lilas (‘Lady in Blue’), violetas (‘Eventide’), rosadas (‘Patricia Ballard’), púrpuras (‘Freda Ballard’)... En las zonas mediterráneas libres de heladas puede florecer en septiembre-octubre y marzo-abril si se poda después de la floración. Es muy rústico, pero sensible al oídio.
    Del Aster novi-belgii se han obtenido híbridos como el Aster x dumosus (en la foto), de floración muy profusa, ideal para tiestos. Vive bien en cualquier tipo de suelo siempre que sea fértil, fresco y bien drenado.
    Foto: Timo Tervo

Reportaje completo nº 71 >> página 30