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Las abejas (y la naturaleza) te agradecerán estas flores

Es tan sencillo como escoger para el jardín o la terraza las plantas de flor que les proporcionan néctar: abejas y abejorros (y mariposas), polinizadores esenciales de los que depende nuestra propia alimentación, tendrán más fácil sobrevivir en los ya de por sí difíciles entornos urbanos. La importancia de estos polinizadores es tal que Naciones Unidas ha decretado el 20 de mayo Día Mundial de las Abejas.

Dos abejas libando el néctar de una rudbeckia. La actividad polinizadora de estos insectos es esencial en muchos aspectos. Foto: Shutterstock

Sin la actividad polinizadora de las abejas, fundamentalmente, desaparecerían de nuestra mesa las manzanas y las peras, las cerezas y las almendras, el café, el chocolate y muchos otros alimentos. De estos pequeños insectos —existen entre 25.000 y 30.000 especies, entre ellas la Apis mellifera, que además nos deleita con su miel con aroma a flores— y otros polinizadores depende, en un alto porcentaje, que nuestra alimentación esté garantizada y además sea variada y equilibrada: nos aseguran frutas y verduras, pero también son esenciales para la producción de forraje para el ganado. Incluso el lino y el algodón de nuestra ropa y algunos medicamentos y biocombustibles están supeditados a su actividad.

Gracias a la polinización, casi un 90% de las plantas con flores pueden semillar y reproducirse, además de promover la biodiversidad dando pie a nuevas variedades y especies.
La polinización es clave para nuestra supervivencia, pero también para la de los ecosistemas. Gracias a ella, casi un 90% de las plantas con flores pueden semillar y reproducirse, además de promover la biodiversidad dando pie a nuevas variedades y especies.

En los últimos años, de todos es sabido, las poblaciones de abejas se han visto seriamente amenazadas y menguadas por la agricultura intensiva y el monocultivo, la deforestación y los nuevos usos de la tierra, los plaguicidas, las especies exóticas invasoras, las enfermedades y los efectos del cambio climático.

Aunque a pequeña escala, nuestros jardines y terrazas pueden contribuir a que estos insectos útiles obtengan alimento en las ciudades, donde es más escaso. Es tan fácil como:

• Cultivar plantas de flores sencillas y nectaríferas, como las que aparecen en estas páginas y muchas otras, cuanto más variadas mejor.

• Dejarlas libar tranquilas y, si se acercan demasiado, no atacarlas y menos aún matarlas.

• Disponer platitos con agua y guijarros para que puedan posarse y beber sin ahogarse.

• Emplear contra las plagas productos bee friendly (lee Fitosanitarios que no perjudican a las abejas) y siempre al atardecer, cuando ya no están activas.

Más información:

Salvias en flor (casi) todo el año

El mundo de las lavandas

Seis geraniums buscan su jardín

Un jardín con aroma a tomillo

• Ficha: Cosmos

Brezo: un vivo toque magenta

 

  • Cosmos
    Cosmos

    Sus flores simples facilitan a los insectos el acceso al néctar (en la foto, un abejorro a punto de posarse en una flor de Cosmos bipinnatus), pero además las producen en abundancia desde el verano hasta la llegada del frío.
    Foto: Shutterstock

  • Dalias
    Dalias

    Las dalias simples, con el botón central bien visible, son un imán para las abejas. Por su época de floración, desde el verano al final del otoño, constituyen una fuente de alimentación de gran importancia para los polinizadores.
    Foto: Locus amoenus

  • Brezos
    Brezos

    Brezo es el nombre que reciben las especies de los géneros Calluna, de floración estival, y Erica, invernal, estas últimas de enorme valor ya que ofrecen néctar en una época del año de escasas flores. Los brezos se pueden cultivar en tiestos y jardines.
    Foto: Shutterstock

  • Azahares
    Azahares

    Las perfumadas flores de los limoneros, kumquats y calamondines, naranjos y demás especies del género Citrus son sumamente apreciadas por las abejas. Si los cultivas en una terraza sitúalos a pleno sol para que florezcan.
    Foto: iStock

  • Romero
    Romero

    En todas sus variedades, el tan mediterráneo romero (Salvia rosmarinus) pone a disposición de las abejas sus pequeñas flores azules al comienzo de la primavera y en otoño. Son plantas que piden mucho sol y poca agua.
    Foto: Shutterstock

  • Salvias
    Salvias

    Este extenso género de plantas (en la foto, una abeja libando en una Salvia farinacea) no solo ofrece néctar a los polinizadores, sino que lo hacen gran parte del año: hay salvias floridas en jardines y terrazas desde la primavera hasta bien entrado el otoño.
    Foto: Shutterstock

  • Lavandas
    Lavandas

    Que exista una miel de lavanda revela la predilección de las abejas por las Lavandula, especies nativas del sur de Europa y Oriente Medio que hoy se multiplican en jardines y terrazas en variedades y cultivares sin fin.
    Foto: iStock

  • Geraniums
    Geraniums

    Los verdaderos geranios sirven el néctar en pequeñas flores simples de cinco pétalos alilados, rosa pálido o intenso, o blancos. Son plantas en general de baja altura y porte redondeado, muchas de ellas cubresuelos. Foto: Shutterstock

  • Tomillos
    Tomillos

    La deliciosa miel de tomillo tiene origen en estas pequeñas plantas esenciales para la biodiversidad, cuyas hojas usamos como condimento. La jardinería mediterránea sostenible les tiene gran estima por su tolerancia al sol fuerte, el calor, la sequía y el viento.
    Foto: Shutterstock

Reportaje completo nº 98 >> página 34