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Las flores del frío

Hay plantas dispuestas a florecer cuando toda la naturaleza parece estar sumida en un reparador letargo. Pensamientos, heléboros, crocus, violetas, mimosas... la belleza es capaz de desafiar al invierno.

Rosa de Navidad es el nombre común que recibe el Helleborus niger, que en estas fechas se llena de flores blancas, púrpuras e incluso negras. Abajo, una mimosa en flor. Copyright: Dietmut Teijgeman-Hansen y Mille d’Orazio

En invierno, cuando la naturaleza parece que duerme y descansa, también se puede disfrutar de flores en el jardín. Las plantas de floración invernal más conocidas son las denominadas acidófilas: camelias y brezos, que requieren un ambiente húmedo y un terreno ácido, fértil y bien drenado; un sustrato rico en turba y humus es lo ideal.

Desde el invierno hasta la primavera, los pensamientos iluminan los parterres y los heléboros llamados rosa de Navidad dan flores púrpuras, blancas, rosadas, incluso casi negras. Sin olvidar los crocus, bulbos que se asoman incluso entre la nieve.
La Camelia sasanqua florece desde finales de otoño a principios de invierno, y la Camelia japonica, de febrero a abril (ver más). Del follaje verde brillante de las camelias sobresalen flores en roseta blancas, rosas o rojas. Orientadas al este o al norte, protegidas del sol del mediodía o de la tarde, crean entradas especiales por su elegancia y belleza.

Los brezos (Erica carnea) son pequeños arbustos perennes que no sobrepasan los 25 centímetros de altura (ver más). Resultan excelentes para cubrir taludes de exposición soleada en zonas húmedas, con los mismos requisitos de las camelias. En lugares secos es preferible situarlos en un talud orientado al este, y regarlos de modo que se les procure un ambiente húmedo sin encharcar el suelo.

Flores para zonas sombreadas

Las zonas sombreadas se pueden cubrir con plantas bajas como las floríferas violetas (Viola odorata) o las expansivas vincas (Vinca minor), que tapizan suelos frescos, fértiles y bien drenados; se expanden emitiendo estolones de los que van emergiendo hojas de un brillante verde oscuro sobre las que aparecen pequeñas flores azules, muy perfumadas en el caso de las violetas.

Si se quiere más colorido se puede plantar el heléboro (Helleborus niger) o rosa de Navidad, planta perenne espectacular por sus hermosas flores de colores diversos: blanco, azul, púrpura... (ver ficha). Hallarás una gran diversidad de colores y tamaños en los centros de jardinería especializados. Es bastante delicada: no soporta los suelos pesados, el sol del mediodía o de la tarde, el exceso de agua y el ataque de la araña roja.

Los pensamientos (Viola tricolor) y violas (Viola cornuta) dan mucho color durante todo el invierno y la primavera, así como numerosas especies de prímulas (Primula spp.), que comienzan a florecer en diciembre con una inmensa variedad de colores. Son consideradas plantas de temporada, aunque es frecuente que algunas duren más de una estación. Ver más.

Bulbos como los galantus (Galanthus nivalis), algunos crocus (Crocus sp.), los erantis (Eranthis hyemalis) o los ciclámenes (Cyclamen sp.) asoman sus flores sobre camas de gravilla, césped o tapizantes bajas. Todas las especies mencionadas se cultivan bien en maceta, siempre que el sustrato que se incorpore sea permeable y rico en humus.

Arbustos que florecen en pleno invierno

Cuando más frío hace, florecen bastantes arbustos, aromatizando incluso el ambiente. El nogal de las bujas (Hamamelis mollis) o el chimonantus (Chimonanthus praecox) producen pequeñas flores amarillas sobre los tallos que no han emitido todavía hojas.

Muchos viburnos, como el Viburnum fragans, florecen desde finales del otoño hasta comienzos de la primavera si los inviernos son benignos; sus fragantes flores son blancas o rosa pálido y aparecen en los brotes terminales de los tallos formando ramilletes. También florecen en esta época el durillo (Viburnum tinus), con sus ramilletes blancos; el Viburnum bodnantense, caducifolio, con sus ramilletes de fragantes flores rosa pálido, y el Viburnum foetens, con sus densos racimos de yemas rosadas que al abrirse dan paso a florecillas blancas muy olorosas.

En superficies grandes se pueden plantar masas de mahonias (Mahonia sp.), especie perenne que también tiene una floración amarilla y es muy aromática. Exige una exposición al sol pues es muy propensa al oídio.

Los pieris (Pieris japonica) y las skimias (Skimmia japonica) son arbustos pequeños que requieren muchos cuidados: suelos ácidos, permeables y ricos, ambiente húmedo, exposición al este y sin heladas continuadas. Son perennifolios que se cultivan por su floración, su decorativo follaje y sus frutos.

El membrillero de flor (Chaenomeles speciosa) es otro arbusto que florece en pleno invierno sobre los tallos desnudos, en su caso espinosos. Como buena rosácea necesita sol, suelos bien drenados y una adecuada poda de formación. El color de las flores va del blanco al rosa y a un espectacular rojo escarlata o carmesí, según el cultivar.

  

Setos y trepadoras floridos

También hay setos y plantas trepadoras que sirven para crear cerramientos en el jardín y que alegran la vista en invierno. Con ejemplares del antes mencionado durillo, arbusto de hojas perennes verde oscuro, plantados a una distancia de 80 centímetros unos de otros, se puede conseguir en un tiempo prudencial una densa pared verde que durante el invierno se torna blanca por su prolongada y abundante floración. Su nombre vulgar indica sus escasas necesidades: hay que evitar los encharcamientos, no le gusta vivir en suelos mal drenados o que lo rieguen en exceso.

Entre las trepadoras de floración invernal que se pueden utilizar para cerramientos, la más indicada es el jazmín amarillo (Jasminum nudiflorum), que en ocasiones se considera un arbusto. Es caducifolio, de hojas verde oscuro brillante. Las flores, que aparecen a mediados de diciembre, son de color amarillo intenso y brotan sobre los tallos, que en esa época están desnudos. Es una trepadora muy llamativa por su prolongada y luminosa floración. Necesita una exposición soleada y suelo arenoso y húmico; la eliminación de los tallos erráticos o el perfilado se llevan a cabo después de la floración.

Más información:

Flores de invierno: colores para parar el frío, Verde es Vida nº65, página 36 (ver en la web)

Brezo: un vivo toque magenta, Verde es Vida nº56, página 38 (ver en la web)

Anticipo de primavera, Verde es Vida nº63, página 35 (ver en la web)

  • La mimosa y los árboles de flor invernal
    La mimosa y los árboles de flor invernal

    Entre los pocos árboles que florecen en invierno, la mimosa o aromo (Acacia dealbata) no tiene igual. Es perenne, de crecimiento rápido y mediano desarrollo (de 8 a 10 metros de altura). La copa se cubre de fragantes pomponcillos de color amarillo vivo en invierno. Es muy apreciada por su precocidad, hermosura y aroma. Es bastante rústica, aunque le cuesta cicatrizar las heridas, no le gustan los suelos calcáreos y requiere riegos profundos y regulares durante el estío. Si durante el invierno hay heladas negras (más de 10 días de hielo) sufren bastante. Si se las riega al mediodía para evitar la congelación del agua, se puede mitigar el estrés por frío. Ver ficha en la web.

    Algunos cítricos y prunos, según el clima de la zona, también florecen en invierno. Es el caso del calamondín o Citrus mitis, que soporta bien los climas fríos. Los prunos que florecen a finales del invierno, suelen hacerlo esplendorosamente, aunque durante menos de un mes: es el caso de los almendros (Prunus dulcis o P. amigdalis) o algunos cerezos de flor (Prunus incisa, P. subhirtella ‘Stellata’, P. x yedoensis o P. ‘Pandora’).

  • Flores de Navidad de climas cálidos
    Flores de Navidad de climas cálidos

    Los climas cálidos favorecen la floración en el exterior de especies que en Europa habitualmente se cultivan en interiores. Los llamados cactus de Navidad (Zygocactus truncatus, Schlumbergera bridgesii) y estrella de Navidad (Rhipsalidopsis gaertneri, en la foto) son plantas crasas que no soportan temperaturas inferiores a los 10º; las flores son de color rojo cereza o fucsia, aunque las hay de otras tonalidades, e incluso variegadas. Necesitan mucha luz, pero no sol directo, y mucha humedad. El invierno también es tiempo de flores: se trata, pues, de planificar el jardín para tener ejemplares que florezcan sucesivamente en las distintas estaciones del año. Ver ficha de la Schlumbergera truncata.

    La flor de Pascua o poinsettia (Euphorbia pulcherrima), por su parte, puede alcanzar los cuatro metros de altura si está plantada en el suelo en zonas de clima cálido.
    Foto: Marise Caetano

Reportaje completo nº 50 >> página 18