Limóniums en el jardÃn: ¡larga vida al color!
Siemprevivas... porque, incluso secas, las flores, en realidad sus cálices, mantienen el color. El nombre común de los limóniums pone de relieve una inestimable cualidad en el mundo de las vivaces, pero no es la única: pocas plantas de jardín tienen tanta tolerancia a los suelos y ambientes salinos. Viven felices con sol y calor, algunas soportan incluso el frío intenso, y no necesitan mucho riego.
Las cualidades de los limóniums derivan de las duras condiciones que afrontan las plantas cuyo hábitat natural son las zonas de costa: suelo y atmósfera cargados de sal, viento, pleno sol... “El primero que utilicé, hace ocho años, por su gran resistencia a la salinidad y el viento del mar es el Limonium vulgare”, cuenta la paisajista Rocío Sainz de Rozas. “Lo planté en un jardín en Andalucía muy expuesto al río y el mar y se dio de forma espléndida. Las plantas se adaptan muy bien al ambiente salino”.
“El Limonium perezii es el más espectacular, con esas tonalidades violetas que dan las flores vivas y las secas al mismo tiempo”, destaca Rocío. “Me gusta mucho la floración y la estructura de la planta, que es la que desarrolla más altura cuando dispone de agua. En invierno las hojas se le ponen rojas por el frío y se vuelve más pequeñita, pero a finales de abril ya está florecida y de ahí no para hasta septiembre. Mucha gente lo utiliza para los jarrones, como flor cortada, por eso lo suelo incluir también en los huertos de flor”.
En sus plantaciones, el Limonium perezii convive en cromática armonía con el Centranthus ruber ‘Alba’, el Vitex agnus-castus, la Salvia canariensis, los Stachys byzantina y Stachys lanata, el Origanum syriacus, el Teucrium flavum, los tomillos compactos, la Lippia nodiflora... O en contraste con el dorado de gramíneas como la Stipa tenuissima y los Pennisetum.
Ha usado también el Limonium insigne, la siempreviva rosa de Almería, en cubiertas, y el Limonium latifolium, cuyas abundantes flores pequeñitas le imprimen un aire brumoso.
Las flores de los limóniums pueden ser violetas, aliladas, rosadas... pero incluso sus cálices proporcionan color, aun secos, amén de su característica textura de papel. La gama cromática natural se ha ampliado con las variedades del Limonium sinuatum de cálices de tonalidades amarillas, rosadas y albaricoque, muy utilizadas como flor cortada.
Plantas que duplican su altura al florecer
Estas vivaces desarrollan una roseta basal de unos 15 a 45 cm de altura, según la especie, formadas por hojas cuyo tamaño, textura y forma varían notablemente. Son por lo general verdes, con excepciones como el Limonium caesium, de follaje gris azulado. En el Limonium axillare y el Limonium papillatum son casi carnosas.
Las varas florales, muy numerosas y ramificadas, surgen de esa roseta duplicando la altura de las plantas. En el Limonium perezii pueden alcanzar incluso un metro de altura; 80 cm en el Limonium latifolium, y 70 cm en el Limonium vulgare.
Cultivo y cuidados de los limóniums
La paisajista recomienda plantar los limóniums en otoño en un suelo muy bien drenado, ya que la acumulación de agua puede provocarles asfixia radicular, el punto débil de unas plantas en general libres de plagas. “Los suelos en los que trabajamos suelen contener mucha arcilla, por lo tanto aportamos arena para equilibrar”, explica. “No hacemos ninguna aportación orgánica, la arcilla ya es rica en nutrientes, pero al cabo de dos o tres años, cuando las plantas ya están establecidas, aplicamos en otoño una enmienda con humus de lombriz”.
Respecto al riego, algunas especies necesitan más agua que otras, pero a todas les proporciona apoyo en verano. Una paleta cromática de violetas, malvas y rosados
Una paleta cromática de violetas, malvas y rosados
En las flores de los limóniums, el color proviene tanto de la corola como del cáliz, que permanece seco largo tiempo en las plantas. En el Limonium perezii la flor es blanca y el cáliz violeta; también en el Limonium sinuatum, aunque sus numerosos cultivares han ampliado notablemente la gama, entre ellos ‘Apricot’ (albaricoque), ‘Pastel’ (de distintos tonos rosados), ‘Swan Lake’ (blanco), ‘Gold Coast’ (amarillo)...
En el Limonium vulgare toda la flor es de color lavanda, y de tonalidades malvas en el Limonium latifolium. El Limonium insigne y el Limonium caesium, endemismos del sudeste español muy parecidos entre sí, producen flores de un suave tono rosado que no dejan un cáliz conspicuo.
Menos usual es el Limonium axillare, un subarbusto mediterráneo que forma matas bajas y emite en primavera flores rosadas con el cáliz blanco, lo mismo que el Limonium papillatum, nativo de Lanzarote y Fuerteventura, cuyos tallos se desarrollan en zigzag.






