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Liquidámbar: hojas del color del fuego

Cuando empieza el frío del otoño, el liquidámbar se prepara para ofrecer uno de los virajes cromáticos más impactantes de la estación. Los dorados, anaranjados y todos los tonos del rojo, del escarlata al burdeos, se apoderan del follaje de estos magníficos árboles… Sus distintas variedades no hacen más que multiplicar este radiante espectáculo que acaba con la caída de las hojas.

Una hoja del liquidámbar ‘Festival’, una variedad que comienza siendo de porte columnar y va ensanchando en la base a lo largo del tiempo. Es uno de los más utilizados. Foto: Daniel Arrhakis

La otoñada del liquidámbar es, junto con la de los arces, una de las fiestas cromáticas más espléndidas de la estación. Entre octubre y noviembre, la imponente silueta verde de este árbol nativo del este de América del Norte se viste de amarillo, anaranjado, rojo, burdeos, violeta… Un espectáculo del que también podemos disfrutar en una región climática tan distinta a la de origen: el Liquidambar styraciflua está presente en el arbolado urbano de muchas ciudades, parques y jardines de España. No obstante, es en el norte donde alcanza sus máximos gracias a la humedad ambiental y el clima templado.

Las hojas del liquidámbar son particularmente bonitas: lustrosas, grandes y palmeadas (como las de los arces). Cuando el viento agita las ramas, los largos pecíolos de las hojas producen un bello movimiento.
Los primeros años la copa es columnar o piramidal y va ensanchándose o volviéndose ovoidal. Suele alcanzar entre 18 y 25 metros de altura y un diámetro de 12-18 metros. Arroja una buena sombra, que se disfruta mucho en verano, y luce tanto en solitario como en grupos y alineaciones; incluso se adapta a vivir en grandes macetones. También se emplea en la formación de setos, pantallas y espalderas gracias a su buena tolerancia a la poda.

Grandes hojas lobuladas

Las hojas son particularmente bonitas: lustrosas, grandes —miden entre ocho y 16 centímetros de largo y entre 10 y 18 de ancho— y palmeadas (como las de los arces), con cinco lóbulos, a veces siete, profundos y acabados en punta, con márgenes dentados. Cuando el viento agita las ramas, los largos pecíolos de las hojas producen un bello movimiento.

Mención aparte merece el tronco, espigado y especialmente bonito por las peculiares hendiduras de la corteza. Generalmente es un árbol de tronco único, aunque se pueden conseguir ejemplares multitronco de algunos cultivares. Su nombre genérico, Liquidambar, ámbar líquido, hace referencia a la fragante sustancia resinosa que produce.

Entre marzo y mayo, el liquidámbar emite flores masculinas y femeninas (es una especie monoica). Son insignificantes, pero dan paso a unas cápsulas esféricas de unos 3-3,5 centímetros, erizadas de gruesos pinchos, que permanecen todo el invierno.


Condiciones de cultivo

El Liquidambar styraciflua es un árbol que no necesita mantenimiento y tolera la contaminación ambiental y la pavimentación, pero demanda espacio para crecer y unas ciertas condiciones. Se trata de una especie muy rústica (zonas 5-9), capaz de soportar temperaturas de hasta -29º, pero no el calor intenso y las sequías prolongadas, que causan el desecamiento del follaje y el debilitamiento progresivo del árbol.

• Situación: Para ofrecer un buen efecto otoño precisa pleno sol, aunque en las zonas muy cálidas necesitará una sombra protectora a partir del mediodía que lo alivie del exceso de calor en verano y la baja humedad ambiental. Es importante acertar con el sitio desde el principio, ya que por su tipo de raíz, pivotante, no lleva bien los trasplantes. Aunque resiste moderadamente el viento, no se recomienda plantarlo en primera línea del mar.

• Sustrato: Ha de ser fértil, profundo, fresco o de humedad media, bien drenado y ligeramente ácido y arenoso. Tolera los suelos suelos húmedos y puede vivir en los calizos, aunque a riesgo de sufrir clorosis y lucir una coloración otoñal menor. En el momento de plantarlo conviene aportar abono en el hoyo de plantación.

• Riego: Durante los primeros tres a cinco años precisará riegos frecuentes en verano y más espaciados en invierno. Una vez que esté bien establecido no hará falta regarlo.

• Plagas y enfermedades: No es propenso.


Una colección de liquidámbares

‘Worplesdon’*

Empieza siendo columnar y evoluciona hacia un porte piramidal. Alcanza entre 10 y 15 metros. Sus hojas, especialmente grandes y profundamente recortadas, pasan del amarillo al naranja y el rojo oscuro antes de caer... Es uno de los más utilizados.

‘Festival’

Destaca por la mezcla de colores de otoño que se aprecian al mismo tiempo. Crece más rápido que los demás y su silueta conserva una forma piramidal estrecha.

‘Variegata Aurea’

En verano, su copa resulta especialmente luminosa por las pequeñas y abundantes motas de color crema o verde limón de sus hojas. Cuando brotan lucen matices entre amarillos y rosados; en otoño pasan del rosa al rojo. Alcanza 12-17 metros.

‘Lane Roberts’*

Sus tonalidades de otoño son particularmente intensas y duraderas y viran del amarillo a un profundo color carmesí. Desarrolla una copa ovoidal.

‘Burgundy’

Su otoñada de brillantes colores rojos —del escarlata al púrpura y el burdeos— no solo resulta espectacular, sino que además es muy prolongada. Se adapta bien a los suelos húmedos.

‘Rotundiloba’

No produce frutos y los lóbulos de las hojas son redondeados, tal como sugiere el nombre. La silueta es piramidal estrecha.

‘Globosum’

Es una variedad enana injertada que se utiliza para formar arbolitos de 2-2,5 metros y copa esférica u ovalada. Es ideal para terrazas y elementos topiarios.

* Cuenta con el Garden Merit Award de la Royal Horticultural Society.

Más información:

• Ficha: Liquidambar styraciflua

Hojas rojas y doradas: la gran fiesta del otoño

  • Liquidámbar ‘Burgundy’
    Liquidámbar ‘Burgundy’

    Del escarlata al púrpura y el burdeos, el color que adquiere su follaje resulta espectacular. Se adapta bien a los suelos húmedos.
    Foto: Martin LaBar

  • Decorativos frutos
    Decorativos frutos

    Las flores del liquidámbar dan paso a unas cápsulas esféricas de unos 3-3,5 centímetros, erizadas de gruesos pinchos, que permanecen en el árbol todo el invierno.
    Foto: Sandrine Néel

Reportaje completo nº 91 >> página 34