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Malas hierbas: guerra sin tregua

Pamplinas, bledo... son nombres de malas hierbas. Los usos del lenguaje las han convertido en sinónimos de cosas sin importancia. Sin embargo, los jardineros saben bien que la tienen: compiten por el agua, los nutrientes y el espacio vital con las plantas de cultivo del jardín o el huerto.

Las ortigas (género Urtica) son una de las malas hierbas más habituales; resultan especialmente agresivas por la sustancia urticante que liberan. Abajo, la pamplina (Stellaria media), planta anual o bianual. Copyright: Mille d’Orazio y Dinesh Valke.

¿Qué es una mala hierba? En malherbología se designa así a la planta indeseable, definición vaga que quiere decir que ha colonizado un espacio después de la instalación de una actividad humana y se ha convertido en dañina para ella de una forma directa o indirecta. Las malas hierbas impiden el correcto desarrollo de las plantas de cultivo por interacciones químicas y biológicas —daño directo—, o alteran la imagen estética o aumentan la dificultad del trabajo —daño indirecto—.

Las malas hierbas pueden ejercer un un efecto negativo directo sobre las plantas del jardĂ­n y el huerto por competencia por el agua, los nutrientes, la luz y el espacio de desarrollo.
Pueden tener un efecto negativo directo por competencia por los elementos necesarios para el crecimiento: agua, nutrientes, luz, espacio de desarrollo. Suelen ser invasoras, ya que han desarrollado una serie de adaptaciones en su reproducción (número de semillas, modo de fecundación...) y de su fisiología (crecimiento, competitividad...).

 

Según su ciclo de vida, hay:

• Malas hierbas anuales: Se debe ir con cuidado con ellas porque producen grandes cantidades de semillas y, en consecuencia, se reproducen fácilmente y a gran velocidad. El invierno es la mejor época para desembarazarse de este tipo de hierbas.

• Malas hierbas perennes: Sobreviven en invierno gracias a los tallos y raíces que tienen debajo de la tierra. Es absolutamente necesario cavar y extraer la raíz una por una.

Métodos de lucha indirectos

Para prevenir la colonización de malas hierbas es importante la preparación del suelo. El laboreo en el huerto, si es suficientemente profundo, las entierra junto con sus semillas. Sin embargo, algunas herramientas favorecen la multiplicación, como las que llevan discos, que ayudan a la propagación de especies con rizomas o estolones, ya que los rompen en fragmentos y los reparten. Antes de la implantación de un jardín o de un césped es interesante realizar una irrigación previa seguida de un secado. Las malas hierbas germinan y pueden ser eliminadas a continuación.

El mulching, en cualquiera de sus formas, también ayuda, ya que crea una barrera física que impide su crecimiento, a la vez que calienta el suelo y conserva la humedad. Lo mismo las plantas tapizantes, que no solo protegen el suelo de la acción mecánica de las lluvias y favorecen la infiltración evitando la pérdida del agua, sino que brindan un recubrimiento cerrado y permanente que reduce la proliferación de malas hierbas por efecto de sombreo y competencia por los recursos del medio.

¿Cómo erradicarlas?

• Escarda manual: En los jardines es el sistema más utilizado. Es técnicamente sencillo, pero tiene algunos requerimientos. Si se hace demasiado tarde, las malas hierbas han ejercido ya una fuerte competencia con las plantas. Si el suelo está húmedo en el momento del arranque, algunas especies consiguen volver a crecer.

 • Sistemas mecánicos: La azada funciona muy bien para la escarda mecánica en el jardín (debe tener un cierto tamaño). Lo mejor es utilizarla después de un día caliente y seco, porque así las malas hierbas mueren fácilmente. Sus ventajas son muchas: se gana tiempo, las operaciones mecánicas requieren mucho menos tiempo que la escarda manual, y son menos pesadas. También deben hacerse de forma precoz.

• Sistemas químicos: herbicidas (ver columna de la derecha).

Este artículo ha sido elaborado por Compo.

  • Sistemas quĂ­micos: los herbicidas
    Sistemas quĂ­micos: los herbicidas

    Usados juiciosamente, dentro de un sistema integrado de manejo de malas hierbas, hay herbicidas de uso seguro en el entorno doméstico y riesgo mínimo para el medio ambiente. Pide asesoramiento en tu centro de jardinería.

    SegĂşn su forma de actuar se distinguen varios tipos de herbicidas:

    • De contacto. Entran en la planta exclusivamente a través de las partes aéreas y no pasan a la raíz, por lo que algunas pueden rebrotar al cabo de unas semanas.

    • Residuales. Esto está determinado por la duración de la exposición al herbicida. Pueden estar activos durante más de 12 meses.

    • Sistémicos. Entran en la planta principalmente a través de la parte aérea, traslocándose en forma óptima el floema a toda la planta hasta los órganos subterráneos (raíz). Gracias a ello las hierbas que rebrotan por la raíz se controlan de forma más eficaz.

    • Selectivos. Los tratamientos selectivos destruyen las malas hierbas con poco o ningún daño a los cultivos. La selectividad puede ser según las propiedades del herbicida, los atributos de la planta, el momento de la aplicación del herbicida, la técnica de aplicación, o una combinación de estos factores.

    • Totales. Los tratamientos no selectivos o totales persiguen destruir todas las especies presentes y se usan antes de la siembra del cultivo, inmediatamente antes de la cosecha o en áreas no cultivables.

    • Preemergentes. Se utilizan siempre antes de que emerjan las malas hierbas. Es decir, sobre suelo limpio de maleza, ya que solo interfieren la capacidad de las semillas de germinar.

    • Postemergentes. Se aplican después de que las malezas han emergido, pues actúan sobre las malas hierbas ya crecidas y no sobre las semillas.

Reportaje completo nº 55 >> página 52