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Aprovechar el espacio en un jardín pequeño

Para tener un bello jardín no hace falta disponer de mucho espacio, pero sacarle partido exige planificación. No se trata de quedarse en el rectángulo de césped con plantas alrededor. Hay todo un repertorio de trucos para crear zonas y focos de interés. Una chimenea para exteriores, un estanque, una fuente, un rincón chill out, unas plantas bien escogidas son solo algunos.

Bolas de boj, matas rastreras como cojines, copas esféricas y rocas sobre las superficies de los áridos y el césped: detalles que singularizan este jardín. Abajo, la nota acuática de un pequeño estanque. Copyright: Casla Jardinería y Los Peñotes

Uno de los retos a la hora de crear un jardín es aprovechar bien el espacio, algo imprescindible cuando los metros escasean. No hay lugar para la improvisación porque los errores, por pequeños que sean, no se pueden disimular.

La planificación es el punto de partida. Hay que empezar por tener claro qué áreas y elementos se quieren incluir: zona de estancia, chill out, pérgola, fuente, estanque, macizos con flores, algún árbol o arbusto aislado, zona de césped y áridos, caminos y pasos… No hay por qué renunciar a nada, en principio, pero sí distribuir las zonas al milímetro, y suprimir los caminos y pasos en la medida de lo posible.

Distribuir el espacio —por pequeño que sea— en sectores bien definidos contribuirá a crear sensación de orden y amplitud. Solo hay que echar mano de esos trucos de experto que permiten aprovechar bien la superficie disponible… y engañar al ojo para que parezca más amplio.

Despejar el espacio

La regla número uno es despejar el espacio, desplazando los elementos arquitectónicos y el mobiliario al perímetro, especialmente si son fijos.

Una asimetría ordenada, unos sectores bien definidos, el acierto en la elección de materiales y colores y, sobre todo, no recargar el espacio son aspectos clave en un jardín pequeño.
Pero si todo el jardín se alcanza de un vistazo será imposible disimular sus reducidas dimensiones, así que hay que aplicar la regla número dos: introducir algún elemento que rompa la continuidad visual. ¿El objetivo? Que haya zonas del jardín que no se perciban a simple vista. Es un efecto óptico que contribuye a dar sensación de profundidad.

Ese elemento, además, servirá para fijar un punto visual central, que es la regla número tres. Puede ser una pérgola, una valla o un murete que delimite espacios, siempre ubicados sobre un lateral, no en el centro. El hecho de que exista un punto que focalice la atención, un golpe de efecto que rompa los límites, refuerza la ilusión óptica de que el jardín se prolonga más allá de nuestra vista.

Los materiales y el color

Una vez sentadas las bases, hay que escoger bien los materiales. El color es clave: los tonos claros crean sensación de amplitud, sobre todo en espacios pequeños sobre los que se proyectan muchas sombras (de edificios próximos, por ejemplo). Esta regla debe aplicarse tanto al color de las paredes, vallas y muros, pavimentos y muebles de jardín, como al de las plantas.

El orden racionaliza el espacio, lo que permite crear sensación de amplitud. Conviene, pues, utilizar formas definidas a la hora de distribuir las zonas: arriates, ejemplares aislados, zona de estancia… todo bien delimitado. Pero dos trucos potencian el efecto: la asimetría —contribuye a que surjan rincones secretos—, y la disposición en diferentes niveles —creando terrazas—, que confiere profundidad.

Respecto a las formas, delimitar áreas sinuosas, redondeadas, también amplía visualmente el espacio. Puede ser un camino —más ancho en el inicio y un poco más estrecho a medida que avanza hacia el fondo—, una zona de césped o áridos, una zona solada…

Menos es más

Otro recurso muy útil es, siempre que sea posible, aprovechar el paisaje que rodea al jardín e incorporarlo al propio. Lo más probable es que solo puedan vislumbrarse los ejemplares altos, como árboles y arbustos bien establecidos, tipo seto. Es una suerte, porque en ese caso, se puede prescindir de ellos en el propio, de modo que sean esos ejemplares del exterior los que proporcionen la masa verde que sirva de fondo. Y si el jardín está delimitado por un muro o una valla, cubrirlos de plantas —por ejemplo, trepadoras— permitirá que se fundan con el resto del jardín y se pierdan. Sin límites, el jardín no tiene fin.

Este recurso conduce a otra máxima a la hora de planificar un jardín pequeño: no recargarlo de plantas, elementos arquitectónicos o mobiliario. Tampoco de colores. Un jardín pequeño requiere más armonía, por eso, además de pocos elementos, han de estar bien escogidos.

Respecto a las flores, los colores claros potencian la sensación de luminosidad, especialmente si se cultivan al fondo del jardín: el espacio parecerá mayor. Los colores más vivos deben reservarse para la zona más próxima a la casa o la de estar, siempre que sean soleadas, y limitando la gama a un máximo de tres.

Jugar con las plantas

Barajar los diferentes portes, tamaños y épocas de floración o interés de las plantas permite sacar partido al rincón más pequeño. A ello contribuyen las plantaciones escalonadas, que potencian la perspectiva y crean profundidad. Como todo debe estar a escala, conviene elegir las variedades más pequeñas o enanas de una especie.

Hasta el tamaño de las hojas influye: los ejemplares de hoja grande deben estar más cerca de la casa y los de hoja pequeña, al fondo, así se pierden a la vista y parecerá que están más lejos. Aprovechar los paramentos verticales es otro de los recursos más socorridos cuando faltan metros: cubrir muros, pérgolas y arcos con trepadoras; colocar macetas en la pared, por ejemplo gitanillas (Pelargonium peltatum), como en los patios cordobeses; macetones con tutores dispuestos estratégicamente en un rincón a modo de columnas verdes… Cualquier hueco es bueno para colocar macetas: el alféizar de la ventana, los laterales de una escalera, una vieja mesa o un banco junto a una pared.

Más información:

• Un jardín bonito todo el año, Verde es Vida nº 57, páginas 6-11.

• Jardines de sombra, Verde es Vida nº 54, páginas 20-24.

  • Plantas que sí
    Plantas que sí

    • Una base de perennifolias, tanto árboles y arbustos como herbáceas, que tengan buen invierno y garanticen color todo el año.

    • Para las plantaciones estables conviene elegir especies que sean atractivas la mayor parte del año, o al menos dos de las cuatro estaciones: lantanas, madroños, arces japoneses, Nandina domestica, Pittosporum (existen variedades enanas), Coprosma...

    • Plantas de crecimiento lento, que garanticen formas más ordenadas y reduzcan el trabajo de mantenimiento.

    • Trepadoras no demasiado volubles, que crezcan muy pegadas a la pared, como las hiedras; incluso árboles y arbustos en espalderas.

    • Plantas aromáticas: un jardín pequeño es un lugar perfecto para disfrutar de sus flores y su aroma.

    • Árboles pequeños de hoja caduca, si se van a plantar cerca de la vivienda, de manera que el sol pueda entrar en invierno.

    • Arriates con un solo tipo de flor, eso sí reflorecientes, como las alegrías (Impatiens), o de distintas flores en la misma gama tonal.

    • Gramíneas, que tienen un bello otoño e invierno y no necesitan mantenimiento; incluso bambú, aunque bajo estricto control.

    • Phormium, de hojas como espadas, en sus variedades enanas.

  • Plantas que no

    • Árboles y arbustos que concentren su atractivo en periodos cortos de tiempo.

    • Trepadoras muy volubles, de crecimiento tupido y desordenado, como la madreselva (Lonicera); resultan invasivas.

    • Salvo en zonas muy acotadas, cactáceas, palmeras (sobre todo si son bajas, como la Cyca revoluta) y especies de hojas puntiagudas, como la yuca (Yucca gloriosa): pueden resultar peligrosas.

    • Si hay niños en casa, las plantas tóxicas (adelfas o Nerium oleander, Euphorbia continifolia, Brugmansia o datura) y espinosas (Chaenomeles japonica, Berberis, rosales).

    • Macizos de anuales muy variadas, sobre todo si no se ha planificado la plantación a partir de su calendario de floración.

    • Ejemplares de hoja muy oscura (algunos Acer palmatum, Magnolia liliiflora, Cotinus ‘Royal Purple’), excepto si se ubican en zonas muy soleadas o en combinación con especies de tonos plateados.

Reportaje completo nº 60 >> página 48