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Un suelo vivo (rico o pobre) para cultivar plantas saludables

Suelos vivos, suelos sanos: la salud biológica del suelo es esencial para una jardinería y una horticultura sostenibles y respetuosas con el medio ambiente. Los suelos están vivos cuando cuentan con una comunidad eficiente de fauna útil, microorganismos, materia orgánica y nutrientes órgano-minerales que actúan en conjunto proporcionando alimento a las plantas. Los suelos ricos son suelos vivos, pero también los pobres. Lo opuesto a los suelos vivos son los degradados e inertes. Te contamos cómo se pueden regenerar en jardines, huertos y macetas.

Los suelos están vivos cuando cuentan con una comunidad eficiente de fauna útil, microorganismos, materia orgánica y nutrientes órgano-minerales que actúan en conjunto proporcionando alimento a las plantas. Foto: Shutterstock

Un suelo vivo es clave para el buen desarrollo de las plantas, ya sean ornamentales o de huerto. Si nada lo perturba, funciona como un organismo capaz de autorregularse y equilibrarse de forma constante. Un puñado de suelo vivo contiene millones de organismos. En él viven en comunidad lombrices, nemátodos y artrópodos —insectos, ciempiés, milpiés, arácnidos— que desintegran la materia orgánica y contribuyen a la aireación del sustrato y con ello a la retención del agua. Pero en él hay además micorrizas, bacterias y otros microorganismos beneficiosos, que descomponen la materia orgánica mineralizando los nutrientes para que las plantas puedan asimilarlos.

Los múltiples beneficios de las micorrizas

En los suelos vivos, las micorrizas cumplen un destacado papel. Estos hongos del suelo establecen una simbiosis con las raíces que se traduce en un gran incremento de la capacidad de la planta para captar agua y nutrientes al aumentar (¡hasta 1.000 veces!) la superficie de absorción (lee Micorrizas para fortalecer tus plantas). Las plantas, a su vez, las mantienen vivas proporcionándoles azúcares que producen a partir de la fotosíntesis. Además, la presencia de micorrizas dificulta la aparición de hongos perjudiciales.

Funciones vitales en el ecosistema del suelo

Este cortejo de organismos y microorganismos cumple numerosas funciones vitales en el ecosistema del suelo. Son responsables de los ciclos de nutrientes al regular la dinámica de la materia orgánica; contribuyen activamente a fijar el carbono en los suelos evitando las emisiones de gases de efecto invernadero; modifican su estructura física favoreciendo la retención y disponibilidad de agua, y refuerzan la resistencia de las plantas potenciando su sistema inmunológico ante situaciones de estrés biótico (enfermedades) y abiótico (sequía, encharcamiento, frío, excesivo calor).

Los suelos vivos y la riqueza en materia orgánica

Un suelo rico en materia orgánica siempre será un suelo vivo y saludable, dotado de una alta presencia de microorganismos beneficiosos. En un suelo pobre esa presencia será menor, aunque adecuada para las plantas que deben vivir en ellos, como sucede con muchas especies de clima mediterráneo, cactus y suculentas, que son menos exigentes en fertilidad.

El cortejo de organismos y microorganismos presentes en el es responsable de los ciclos de nutrientes al regular la dinámica de la materia orgánica, entre otras funciones.
Un suelo rico contiene más de un 3% de materia orgánica; uno de riqueza media, entre un 1,81 y un 3%, y uno pobre, menos de un 1,81%. Lo opuesto a un suelo vivo es un suelo inerte o degradado, en el que los procesos de fertilidad se han roto y tiende a la aridez.

Los suelos degradados y la nutrición convencional

En la jardinería convencional, la nutrición suele basarse en el uso, y frecuentemente el abuso, de los fertilizantes de origen químico o de síntesis, que acaban alterando o rompiendo el equilibrio biológico del suelo. Aportan nutrientes que incentivan el crecimiento de las plantas pero no alimentan a los microorganismos, que por lo tanto consumen la materia orgánica ya presente en el sustrato. Cuando esta materia orgánica, que no se repone, se agota, esos microorganismos desaparecen y se rompe el ciclo de fertilidad natural. Esto genera la necesidad de sustituir el sustrato periódicamente y/o aplicar abonos de síntesis en cantidades cada vez más grandes y con mayor frecuencia. Esto genera en las plantas una dependencia total de los fertilizantes, un desequilibrio de nutrientes, con sobreabundancia de nitrógeno, y una mayor susceptibilidad a sufrir plagas y enfermedades. Tampoco mejoran la estructura al suelo, con lo cual disminuye su capacidad para retener y dispensar agua.

Regenerar los suelos aportando materia orgánica

Para restaurar el ciclo de fertilidad natural y la estructura de los suelos degradados o inertes, la solución es incorporar materia orgánica suficiente para propiciar una reconstrucción de su perfil natural a largo plazo. Se estima que con un 1% de incremento de materia orgánica, el sustrato es capaz de retener más de 18 litros de agua adicionales por metro cuadrado. Eso sí, para que los beneficios que brinda la materia orgánica sean óptimos debe ser madura y estable, es decir, estar bien compostada y digerida para que no afecte negativamente a las plantas. La fracción más estable y madura de la materia orgánica es el extracto húmico.

En jardines, huertos y jardineras grandes

Para devolverle la vitalidad al suelo del huerto, el jardín y las jardineras de gran tamaño se puede recurrir cuando sea preciso a enmiendas orgánicas que le aporten nutrientes de forma natural:

• Regeneradores del suelo, productos que contienen un alto porcentaje de extracto húmico estable (25%), lo que da pie a que el proceso de regeneración se acelere y se restablezca más rápidamente la fertilidad natural. Se aplica cada 15 días desde mediados de agosto a mediados de febrero.

• Abono con micorrizas para pulverizar disuelto en agua en el suelo dos veces al año, entre mediados de febrero y mediados de mayo y entre mediados de septiembre y mediados de noviembre.

• Humus de algas bokashi: basta extender una capa de apenas un centímetro sobre el suelo y entremezclarla con la capa más superficial para que su incorporación sea más eficaz. Se aplica cada cuatro semanas desde mediados de febrero a mediados de mayo y desde mediados de septiembre a mediados de noviembre.

• También se pueden aportar abonos con micorrizas compostados: mantillo (con un 5% de extracto húmico); estiércol de caballo, una solución óptima para mejorar la estructura de los suelos arcillosos, y recebo para el césped con arena de sílice, que aumenta la capacidad de drenaje. Se aplican dos veces al año: a comienzos de la primavera y entre mediados de agosto y noviembre.

En macetas y jardineras pequeñas

Los nutrientes presentes en el sustrato de las plantas que viven en macetas y jardineras suelen agotarse con facilidad, lo cual exige renovarlo periódicamente y llevar a cabo trasplantes que en muchos casos son dificultosos, cuando no imposibles, por el tamaño de los ejemplares o la fragilidad de las raíces. Para recuperar la vida biológica y la fertilidad del sustrato de los tiestos y pequeñas jardineras se puede añadir materia orgánica en forma de:

• Abono con micorrizas para aplicar por espolvoreo: es rico en estos hongos beneficiosos y se aplica fácilmente esparciéndolo sobre la superficie del sustrato (en la foto de arriba). También se puede incorporar un pellizco al trasplantar. Se suministra cada dos meses desde mediados de febrero a mediados de mayo y desde mediados de septiembre a mediados de noviembre.

• Humus de algas bokashi, mejorante del suelo obtenido por compostación anaeróbica que proporciona a las plantas materia orgánica y microorganismos regeneradores. Con un puñado por ejemplar es suficiente para aumentar la fertilidad del sustrato. Por su contenido en algas es rico en alginatos que fomentan el crecimiento. Se aplica cada cuatro semanas entre mediados de febrero y mediados de mayo y entre mediados de septiembre y mediados de noviembre.

Agradecemos a Xavier Merino, de Vithal Garden, la información aportada y la revisión de este artículo.

Más información:
Abonos orgánicos para revitalizar los suelos
Bioestimulantes en pos de un cultivo más sostenible

  • Aplicación de micorrizas
    Aplicación de micorrizas

    Aplicación de micorrizas por espolvoreo en un tiesto de la terraza. Estos hongos del suelo son sumamente beneficiosos
    para las plantas.
    Foto: Rosalía Pascual

Reportaje completo nº 104 >> página 54