- page 18

18
verde
es
vida
EN PRIMERA PERSONA
MIGUEL GARCÍA ESCRIBE SOBRE LAS PRADERAS DE VALDEBEBAS
N
unca imaginé que las malas
hierbas podrían ser hermo-
sas. Y mucho menos que,
combinadas con esmero,
podrían llegar a ser espectaculares. Tras un
lustro trabajando como ingeniero de Montes
y consultor ambiental me escapé a la ciudad
inglesa de Sheffield para cumplir un deseo
que albergaba desde mis años universita-
rios: especializarme como paisajista en una
escuela de tradición. Por aquel entonces, los
profesores universitarios James Hitchmough
y Nigel Dunnet habían revolucionado el pai-
saje del Parque Olímpico de Londres 2012 con
sus praderas en flor, que estaban en boca de
todo el mundo. He de reconocer que yo no
tenía idea de la existencia de estas praderas
impresionistas que aunaban plantas de todo
el planeta en una floración prolongada y ar-
moniosa. Albergaban tal combinación de
ciencia, sensibilidad y pasión que en segui-
da me enamoré de ellas. El amor se tornó en
obsesión y, supongo que como tantos otros,
empecé a preguntarme por qué no había visto
nada similar en nuestras latitudes.
¿Podrían tener cabida en nuestro querido y
sufrido clima mediterráneo? En busca de una
respuesta, fui voluntario en la empresa Picto-
rial Meadows; desarrollé una tesina sobre la
percepción cultural en España de las plantacio-
nes naturalistas, y finalmente me volví a Ma-
drid con un puñado de semillas en el bolsillo.
Arranqué el experimento con una primera
siembra en el huerto de un amigo y lo que
empezó casi como un juego evolucionó rá-
pidamente hacia pruebas más sistemáticas
dirigidas por el paisajista Christos Papa-
christou, por entonces miembro de Pictorial
Meadows. Poco después, gracias a la apuesta
conjunta de esta empresa y el Ayuntamiento
Las praderas de
anuales se extienden
frente a las viviendas
con su pictórica mezcla
de colores: el azul y el
rosa de las
Centaurea
cyanus,
el amarillo de la
amapola de California
(Eschscholzia califor-
nica),
el púrpura de la
espuela de caballero
(Delphinium ajacis)...
La explosión de
color al comienzo de
la floración de miles
de amapolas y phace-
lias siempre sorprende
a los vecinos. En la
foto de la derecha, en
primer plano, flores
de
Lavatera trimestris,
una planta anual nativa
del Mediterráneo.
“Las praderas de
flor son posibles en
nuestro entorno”
Hace dos primaveras, los terrenos baldíos del parque periurbano Felipe VI,
en el norte de Madrid, sorprendían a los vecinos de Valdebebas con una
espléndida floración naturalista que se prolongó hasta el verano. El autor
de ese inesperado ‘espectáculo’ natural, el paisajista e ingeniero de Montes
Miguel García Ovejero, relata en estas páginas cómo lo hizo realidad.
“Incorporar las praderas de flor al entorno de
las ciudades mediterráneas no solo es posible
sino también deseable”, sostiene Miguel García
Ovejero, que ha trasladado al parque Felipe
VI su aprendizaje de los principios y técnicas
desarrollados en la Universidad de Sheffield.
Este año llevará a cabo la tercera campaña de
siembras experimentales. En la foto, entre las
primeras flores de
Linaria maroccana,
que tras
unas semanas de protagonismo dan paso a
especies más tardías y de mayor porte.
FOTOS: MIGUEL GARCÍA Y SUE FRANCE
1...,8,9,10,11,12,13,14,15,16,17 19,20,21,22,23,24,25,26,27,28,...60
Powered by FlippingBook