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ba de calor y sequía
Una
Lavandula
canariensis
en flor
en el Risco de Famara,
Lanzarote (izquierda).
En la
Lavandula buchii
las espigas suelen
dividirse en tridentes
(derecha), algo habitual
en las lavandas endé-
micas de Canarias.
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Usos jardineros
Los matices tonales de las espigas y el folla-
je —de los verdes a los grises—, y la altura y
tamaño de las matas, permiten los más di-
versos usos jardineros. Resultan espectacula-
res en grandes masas lineales (incluso setos
bajos),
nubes
e
islas,
de una única especie
o variedad, o sacando partido de sus suaves
registros cromáticos para crear armonías, o
de los distintos momentos de floración de las
especies para disfrutar de sus flores desde la
primavera temprana al final del otoño.
Combinan a la perfección con pequeños ar-
bustos de hoja gris como el
Teucrium fruticans
y el
T. marum,
la
Santolina chamaecyparissus
o la
Artemisia
‘Powis Castle’, plantas medite-
rráneas como el romero y las jaras, numerosas
vivaces, e incluso los
Allium
hoy tan de moda.
Las lavandas van de maravilla en los jardi-
nes secos o de grava, las rocallas, entre los oli-
vos, y junto a los rosales, a los que defenderá
de los pulgones gracias a la virtud repelente
de su aroma. Los cantuesos y las variedades
enanas son ideales para cultivar en los tiestos
y jardineras de terrazas y patios.
LAVANDAS CANARIAS DE FOLLAJE PLUMOSO
No todas las lavandas tienen hojas lineares. Las especies endémicas de
Canarias —cinco— lucen un follaje muy dividido que convierte las matas en
un plumoso cojín, del que sobresalen tallos florales que tienden a ramifi-
carse, rematados en espigas violetas. Las flores emanan un suave aroma,
distinto al usual de las lavandas. La
Lavandula canariensis,
el llamado mato-
rrisco común, está presente en todas las islas. Puede alcanzar 1,5 metros de
altura y emite largas espigas florales moradas. Si las hojas de esta lavanda
son verdes, las de la
L. pinnata,
el matorrisco de Lanzarote, son grises y
aterciopeladas, y entre ellas sobresalen largos tallos que rematan en un tri-
dente de espigas. Los endemismos grancanarios
L. bramwellii
y
L. minutolii
comparten esas características. En el matorrisco tinerfeño, la
L. buchii
y sus
distintas variedades, las hojas son de color ceniza y algo suculentas. Como
nativas de Canarias, estas lavandas no soportan las heladas (-1º, zonas 10-
11), adoran el pleno sol, los ambientes secos y los suelos bien drenados.
FOTOS: ALAMY; TRACIE HALL
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