EspÃreas: nieve de primavera
Se las conoce popularmente como coronas de novia por sus flores blancas en corimbo que cargan las ramas como un manto de nieve. Pero el género Spiraea guarda entre sus numerosas especies todo un tesoro de colores y formas: de los rosas al fucsia intenso, de los ramilletes de florecillas simples a espigas de aspecto evanescente.
En marzo, la Spiraea x vanhouttei se llena de corimbos blancos. Abajo, Spiraea japonica ‘Little Princess’. Copyright: Adrián MartÃn y CalicodeerEn marzo, las ramas largas y flexibles de las espíreas S. x vanhouttei parecen arquearse bajo el peso de una nevada de miles de corimbos formados por florecillas blancas. Este arbusto rústico, capaz de soportar los rigores del clima de la meseta, acude a su cita de primavera en todo su esplendor. Su presencia como ejemplar aislado en un ángulo de un porche o un punto del jardín es magnífica, pero en alineaciones o setos libres resulta apabullante. Solo necesita un lugar al sol, como la mayoría de las espíreas, riego medio y poco más.
Pero es Asia el continente más generoso en variedad de espíreas: desde el Himalaya —S. canescens, de floración color mantequilla, y S. bella, blanco rosado—, a China —S. thunbergii y S. cantoniensis, ambas de flores blancas— y sobre todo Japón, cuna de la S. nipponica, de porte pequeño y floración blanca, la S. prunifolia, de flores blancas dobles, y la S. japonica, origen de multitud de híbridos de flores rosadas y follaje dorado (ver recuadro). Y así hasta cerca de cien especies clasificables en zonas de rusticidad 4 a 6, lo que implica tolerancia de hasta -34 grados. En general prefieren un suelo profundo, fértil, fresco y neutro, aunque algunas toleran los ácidos y otras los alcalinos; pueden vivir en semisombra, pero florecen menos. No todas las espíreas son de floración tan precoz como la S. x vahouttei. Según la especie, lo hacen a lo largo de la primavera o el verano.
Los ‘sauces nevados’
En Japón, a las espíreas de flor blanca las llaman yuki-yanagi: sauces nevados. Entre las de floración más copiosa se cuentan, además de las ya mencionadas S. vanhouttei (de hasta dos metros de altura) y S. nipponica (un metro) —y su variedad ‘Snowmound’ (montículo de nieve)—, la S. trilobata, enana y compacta, muy adecuada para borduras; la S. thunbergii, con un follaje que recuerda a los helechos y se vuelve dorado en otoño, muy apropiada para setos bajos; la S. x arguta, un híbrido de aproximadamente un metro de altura y hojas ovaladas, ideal para macizos, y la S. cantoniensis, muy habitual en España por su rusticidad, de flores blancas con largos estambres. Entre las espíreas blancas se cuentan también las de flores dobles: el cultivar ‘Flore Pleno’ o ‘Lanceata’ de la S. cantoniensis, además de la S. prunifolia, cuyas flores parecen rosas en miniatura.
Las espíreas blancas se pueden podar ligeramente pasada la floración para mantener la forma, pero no siempre hace falta. Son caducifolias de follaje verde, en algunas azulado.
De flores en espiga
Pero ni todas las espíreas dan flores blancas ni todas parecen coronas de novia. Muchas, la mayoría de origen norteamericano y floración veraniega, emiten espigas florales parecidas a las del astilbe. La S. x billardii (o S. douglasii o S. salicifolia), por ejemplo, es un arbusto erecto de hasta dos metros de altura que da espigas de color púrpura (cultivar ‘Triumphans’) o rosado (‘Rosea’). La S. tomentosa, o steeplebush (arbusto aguja), luce densas y largas espigas rosadas erizadas de finos estambres, rosa muy claro, casi blanco, en el caso de la S. rosalba, y blanco puro en la S. alba. Estas son espíreas poco habituales en España.