PrÃmulas = Primavera
Pequeñas en tamaño, pero de gran belleza, las prímulas empiezan a florecer cuando todavía es invierno, pero alcanzan su máxima expresión con la llegada de la primavera. Su explosión de colores —del añil y el violeta a los rojos, rosas fuertes y suaves, amarillos y blancos— llena de alegría el jardín y los tiestos de la terraza, pero también los rincones luminosos dentro de casa.
Las flores de las prÃmulas tienen cinco pétalos que se tiñen en casi todos los colores: amarillo, blanco, rosa, rojo, violeta, naranja... El final del invierno y la primavera son su temporada. Copyright: Fabrizio Monti y MarÃa LosseauEn pleno invierno, cuando el jardín presenta un aspecto más triste y pobre, aparecen las prímulas con sus explosivos colores. Estas pequeñas plantas que no superan los 40 centímetros de altura, proceden en su mayoría del hemisferio Norte: crecen de forma espontánea en Europa, China y hasta en África.
Entre las múltiples especies que se cultivan, dos merecen especial atención: Primula acaulis o vulgaris, las populares primaveras, ideales para plantar en el jardín o la terraza, y P. obconica, para cultivar en interiores.
Hojas y flores
Las prímulas presentan hojas oblongas y dentadas, de textura rugosa y color verde amarillento, más claras por el envés. Suelen estar cubiertas por unos pelillos que, en el caso de la P. obconica, pueden segregar una sustancia irritante para la piel, por lo que conviene usar guantes para manipularlas. En los últimos años han surgido variedades que no escuecen, como la ‘Touch me’, entre otras cuyos nombres aluden precisamente a que no pican.
Las hojas crecen formando una roseta en cuyo centro nace un tallito o pedúnculo sin hojas, al final del cual aparecen las flores agrupadas en umbelas. Las florecillas tienen cinco pétalos que se tiñen en casi todos los colores: amarillo, blanco, rosa, rojo, violeta, naranja... Algunas variedades presentan pétalos bicolores.
Es fácil encontrar prímulas en flor en los centros de jardinería prácticamente todo el año, pero el final del invierno y la primavera son su temporada. Al ser especies perennes pueden durar varios años; sin embargo, no merece la pena guardarlas, ya que sus segundas floraciones son más pobres y su bajo precio no es impedimento para renovarlas cada temporada.
Cómo se cuidan
• Las prímulas prefieren la semisombra, con algo más de luz en invierno; pero algunas variedades también soportan el pleno sol, sobre todo si crecen en climas frescos, como el atlántico, y siempre que el terreno permanezca húmedo.
• Prefieren un sustrato húmedo, pero esto no significa que les guste el encharcamiento, al contrario: un terreno mojado puede provocar el desarrollo de hongos de pudrición (como el moho gris), a los que son muy sensibles.
• Hay que intentar que el suelo sea suelto y mullido, fresco y rico en materia orgánica, pero que cuente con un perfecto drenaje.
• Aunque aguantan bien el frío, las heladas pueden estropearlas, así que si la temperatura baja de los 0 grados conviene acolchar el terreno con paja o corteza triturada, para proteger sus raíces.
• Al regar hay que evitar mojar las flores.
• Durante el periodo de máxima floración viene bien añadir una vez al mes abono líquido al agua.
El cultivo dentro de casa
En el interior es importante ubicarlas en una habitación sin calefacción, donde la temperatura no suba de los 18 grados, para que las flores duren más tiempo. Además deben recibir una iluminación intensa, pero no sol directo. Conviene situarlas cerca de una ventana con cortina, lejos de las corrientes de aire. Hay que mantener el sustrato húmedo, pero no mojado; regarlas una o dos veces a la semana, y abonarlas cada tres semanas con un fertilizante líquido.
Temas relacionados:
• Anticipo de primavera, Verde es Vida nº63, páginas 34-35.